Opinion

Pobres vergonzantes

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El Diccionario de Autoridades lo define como «la persona que por su calidad y obligaciones no puede pedir limosna de puerta en puerta y lo hace con el mayor secreto posible». Los bancos son los nuevos pobres vergonzantes, han pedido discreción y lo han hecho por boca del Secretario de Estado de Economía, que afirmó la semana pasada que hacer pública la lista de bancos que hagan uso de los fondos públicos dispuestos por el Estado para la compra de activos, «estigmatizaría» a estas entidades.

Sin embargo los bancos, estos bancos de nuestros dolores, que piden discreción para sus apuros económicos, nos la niegan al resto de los ciudadanos cuando la solicitamos para los nuestros, porque si a cualquiera se le ocurre dejar de pagar la hipoteca o una letra, entrará con todos los honores y con banda de cornetas y tambores en el olimpo del RAI, el Registro de Aceptaciones e Impagados, un registro de morosos creado por las entidades bancarias para disponer de información sobre la situación económica de sus clientes. La inclusión de una persona en este registro supone, de hecho, su muerte económica, porque el RAI es como el castillo de irás y no volverás, es muy fácil entrar pero casi imposible salir. Esto sí que es un estigma.

España siempre ha sido país de contrastes, en él conviven la pobreza extrema con la ostentación obscena de la riqueza, y de contradicciones: los bancos que han sido ricos hasta la nausea y que cuando lo eran no tenían empacho alguno en airear los problemas económicos de quienes no podían pagarles, ahora que les toca ser pobres, piden discreción.

Y mientras tanto, qué pasa con los pobres, los verdaderos pobres, los españoles que ganan mil euros al mes, los jóvenes que han tenido que irse a vivir a casa de sus padres y alquilar su vivienda para no perderla, los mayores que perciben una pensión miserable, los padres de familia que han ido al paro y que en unos meses agotarán su derecho a la prestación. ¿Cómo llamaremos a los miles de mayores de 65 años que viven en condiciones de pobreza? Demasiada gente para un país que presume de potencia económica, demasiada gente que calla su miseria y aparenta normalidad. Gente a la que si los superconsejeros de los bancos les preguntaran como consiguen llegar a fin de mes, sacarían provechosas enseñanzas. Para estos no hay discreción, para quienes deben a los bancos siempre ha habido luz y taquígrafos, pues los bancos cuando no se les paga, se lo toman como una ofensa y reaccionan con enojo y dureza contra el moroso.

Pero afortunadamente, nuestros políticos sabedores de que la cosa esta chunga y conscientes de que el sector del lujo es uno de los motores de la economía, han decidido sacrificarse por nosotros. Como el sector del automóvil las está pasando canutas, ahí están los dirigentes autonómicos para echar una mano comprando coches de muchos millones y tuneandolos, que ya sabemos que el tuneo es arte liberal que no mecánica y consume mucha mano de obra. A por el paro a golpe de Audi tuneado. Como la construcción anda regular, ahí está el sacrificado presidente de la Xunta gastándose una pasta en la reforma de su despacho. Inversión pública contra la crisis.

Como las agencias de viaje se quejan de que no venden ni bonobuses, ahí está el Parlamento Catalán organizando un viaje a Noruega, modalidad todo incluido, al que se apuntan 46 diputados que durante una semana dedicarán su tiempo al loable propósito de aprender el funcionamiento de la Ley noruega de Servicios Sociales. El tercer sector como gran yacimiento de empleo. Que el paro sube, pues los diputados se solidarizan con sus electores y se ausentan de los plenos del Congreso. La semana pasada faltaron sólo 190, entre ellos el diputado del PP que tenía que preguntarle al ministro Solbes sobre el paro.

Con la que está cayendo, sería bueno que nuestros políticos fueran más austeros en el gasto y no se pagaran sus caprichos de nuevos ricos con dinero público. Ser un poco mas eutrapélicos no les haría daño.