PRESENCIA. Zapatero, durante la rueda de prensa de ayer en el Congreso de los Diputados. / EFE
Economia

Zapatero pide a Sarkozy que defienda su presencia en la cumbre financiera mundial «Lo más simple»

El presidente dice que España puede aportar su experiencia en la regulación bancaria

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José Luis Rodríguez Zapatero no se resiste a quedar fuera del núcleo de decisión mundial. El presidente del Gobierno llamó ayer a Nicolas Sarkozy para reclamar su presencia en la cumbre convocada a finales de noviembre para abordar la reforma del sistema financiero mundial. De momento, España no tiene garantizada su participación en el debate. Es más, el propio presidente de la república francesa se mostró partidario, ante el pleno del Parlamento europeo, de que sean sólo los países del G-8 y las potencias emergentes las que protagonicen lo que él mismo llama la «refundación del capitalismo internacional».

Fue precisamente esta intervención del presidente de turno de la UE ante la Eurocámara la que hizo reaccionar al jefe del Ejecutivo español. Zapatero ha visto en esta crisis la oportunidad de lograr una proyección internacional de la que hasta la fecha ha carecido. Fuentes del Gobierno reconocen que, alentado por su «éxito» en la reunión del pasado 12 de octubre, en la que los líderes de la zona euro pactaron un marco de ayudas a entidades financieras, aspira ahora a ganarse un hueco que refuerce su imagen tanto dentro como fuera del país. Un logro que le ayudaría a neutralizar el desgaste de los datos negativos de paro y crecimiento económico que sin duda están por venir.

Zapatero dejó claro hasta qué punto está dispuesto a dar esta batalla, aunque no pudo por menos que reconocer que su resultado es incierto. Cuenta con un valedor, el primer ministro británico, Gordon Brown, que -en palabras de un veterano asesor gubernamental- ha encontrado en el presidente del Gobierno un buen elemento al que «abrazarse» para escenificar su capacidad de influencia en la Unión Europea y lanzar un mensaje al electorado más progresista. Pero no está claro que él o el mandatario galo puedan hacer mucho.

«Sarkozy es muy sensible a España y a los argumentos españoles y estoy convencido de que va a hacer bien su trabajo», aseveró Zapatero. Sin embargo, añadió unas palabras que adjudicó al propio presidente francés: «Él no decide por todo el G-8». La tesis del jefe del Ejecutivo es que lo importante es pelear. En unas prolijas declaraciones en el escritorio del Congreso, dio por hecho que si lo logra, el «mérito será del país» y si no todas las miradas se dirigirán contra él. «Pero no hay batalla ganada si no se intenta», argumentó. «Yo cumplo con mi deber de hacer valer mi país».

Nuevo orden

El presidente del Gobierno sostiene que España tiene que estar en la cumbre internacional que, previsiblemente tendrá lugar en Nueva York, porque es la octava potencia mundial y porque ese cónclave no es una reunión más. «Estamos hablando de una cumbre constituyente que va a determinar durante años cuáles son las reglas del juego en un mercado globalizado; por lo tanto, tiene una importancia extraordinaria», subrayó. A su juicio, el mejor activo del Ejecutivo español es que puede aportar la regulación, la supervisión y las instituciones que «mejores resultados han dado para la solvencia del sistema financiero». Pero más allá de su presencia en esta cumbre, lo que Zapatero pretende es romper el esquema del G-8. José María Aznar luchó durante años por entrar en este grupo. El jefe del Ejecutivo considera, en cambio, que se trata de un cuerpo muy consolidado del que es difícil salir y en el que es difícil entrar y aboga por una nueva directiva mundial. Por eso, respaldó la sugerencia de Sarkozy de que se cuente con un país árabe, posiblemente, Arabia Saudí.

En cualquier caso, y esté o no en la cumbre internacional, España trabaja desde hace «algún tiempo», según aseguró el presidente, en ideas para la reforma del modelo financiero. Pero no contempla elevar una propuesta independiente. Zapatero aclaró que su intención es que todo se encauce a través del grupo de alto nivel creado por la Comisión Europea. «Será lo que le dé fuerza -dijo- porque si hiciéramos 25 propuestas, se diluirían». En su discurso ante la Eurocámara, Sarkozy argumentó que «lo más simple» es que la lista de invitados a la cumbre esté formada por «el G-8, que es incontestable, naturalmente con los rusos, al que convendría incorporar al G-5 porque permitirá incluir sobre todo a India y China en este debate esencial». Además, anunció que aprovecharía su próximo viaje a China, junto al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, para convencer a los gobiernos asiáticos de que asistan a la reunión.