Crisis por cerrar

a ajustada victoria de Jorge Alarte sobre Joaquim Puig para liderar la convulsa federación socialista de Valencia constituye un aval al candidato que contaba con la cobertura de la dirección del PSOE, pero también un desafío dado que el resultado del congreso no permite dar por cerrada la grave crisis que arrastra el partido. Aunque José Blanco apeló a la responsabilidad de los perdedores para que el cónclave suponga el «punto final» a los enfrentamientos, ese objetivo no sólo interpela a quienes han salido derrotados, sino también al nuevo secretario general para procurar una integración que resulta imprescindible a fin de tratar de reflotar la segunda organización territorial más importante del PSOE. Una formación lastrada en su credibilidad como alternativa, después de más de una década sin tocar poder y emponzoñada por las rencillas políticas y personales, que precisa imperiosamente recobrar su unidad.