DIÁLOGO. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y el primer ministro israelí, Ehud Olmert, estrechan la mano de Nicolas Sarkozy . / EFE
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París une las orillas del Mediterráneo

El proyecto impulsado por Sarkozy echa a andar con llamamientos y referencias a la historia compartida entre Europa y sus vecinos del Sur

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La Unión para el Mediterráneo echó ayer a andar en la capital francesa en medio de grandes llamamientos a la unidad de designios y referencias a una historia compartida, con discursos pronunciados con gran énfasis por el presidente Nicolas Sarkozy y su homólogo egipcio, Hosni Mubarack, copresidente de la reunión, que tuvo lugar en el fastuoso Grand Palais de los Campos Elíseos, edificado para la exposición universal de 1900.

La diplomacia francesa consiguió sacar adelante la mayor parte del documento de conclusiones de la reunión, aunque Israel, como ya sucediera en 1995 con el lanzamiento del proceso de Barcelona, maniobró para evitar que sus tradicionales enemigos árabes acentuaran su protagonismo en la iniciativa. Al final y sin embargo, la cumbre terminó ofreciendo la condición de observador a la Liga Arabe, algo que Israel rechazaba, y admitió la inclusión de referencias específicas a una propuesta de paz promovida por Qatar.

Las alusiones a la verificación del cumplimiento del objetivo de un Oriente Próximo libre de armamento de destrucción masiva parecían, no obstante, abocadas a desaparecer del documento final de la reunión.

En cambio, la ocasión deparó momentos altamente simbólicos, como que por primera vez un primer ministro israelí, Ehud Olmert, compartiera mesa con el presidente sirio, Bachar el Assad. Javier Solana veía en ello el signo de una distensión, y aventuraba que la UE podría reactivar con Damasco las negociaciones para un acuerdo de asociación, que quedaron paralizadas en 2005 tras el asesinato del primer ministro libanés, Rafik Hariri. «Todo depende, en buena medida, de lo que cada uno haga desde ahora hasta, digamos, finales de año», decía el alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común.

Acuerdo de asociación

La ausencia de este acuerdo de asociación con la UE ha dejado a Siria aislada en la región. Su retorno a unas relaciones internacionales normalizadas pasa por la restauración del diálogo con la Europa comunitaria. Las negociaciones indirectas que Damasco mantiene con Tel Aviv, a través de Turquía han despertado grandes expectativas, que Bachar el Assad se encargaba de enfriar al declarar que no preveía contactos directos con Israel hasta, al menos, la salida de Bush de la Casa Blanca.

Ehud Olmert, por su parte, valoraba las expectativas de un acuerdo con Siria, aunque no a costa de la agenda palestina, que reviste en estos momentos más importancia para Israel.

Fuentes israelíes daban cuenta de que Olmert hizo llegar a Assad un mensaje a través del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, haciéndole saber el interés israelí por alcanzar un acuerdo de paz con Damasco.

Pero los signos de distensión no llegaron más lejos. El apretón de manos entre Olmert y Assad que los reporteros gráficos perseguían no llegó a producirse, porque el sirio, ostensiblemente, no lo consideró oportuno.

El nuevo momento de las relaciones de la UE con Siria parecía, sin embargo, una realidad y era directamente atribuible a los buenos oficios de Nicolás Sarkozy, que la víspera había conseguido amarrar el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Damasco y Beirut.

El presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, mantuvo encuentros con el presidente sirio y los primeros ministros israelí y turco. En su alocución, Zapatero formalizó la candidatura de Barcelona para albergar el Secretariado de la Unión para el Mediterráneo. Túnez y Malta también compiten por la designación.