Opinion

Miopía

La peor tentación del político no es tratar de dominar a las personas, sino dominar la realidad. Pretender que esté hecha a su imagen y semejanza. Decidir qué es cierto y qué es falso, cómo han de interpretarse sus signos, qué valor hemos de conceder los demás a unas cosas u otras. Estos días pasados, a propósito de las conclusiones del congreso socialista respecto de la eutanasia, el aborto y otros temas de repercusión social, Mariano Rajoy ha declarado que «no son cuestiones que preocupen a los españoles» y que lo importante, lo decisivo, no es eso, sino la situación económica. Tal vez no le falte razón al insinuar que las propuestas del PSOE pecan de oportunistas y que el partido del Gobierno las ha lanzado como cortinas de humo para distraer la atención de la crisis.

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Pero ¿qué tal si dejamos a los ciudadanos que piensen con cabeza propia y decidan por sí solos hacia dónde orientar sus preocupaciones sin antes preguntárselo a Rajoy? La conocida escala de necesidades de Maslow pone en la base de la pirámide las cuestiones de supervivencia, es decir, las fisiológicas y las relacionadas con su seguridad. En tanto no las tenga resueltas es difícil que el sujeto ponga interés en el nivel superior donde residen la aceptación social, la autoestima y la realización personal, por este orden. El problema de Rajoy es que considera el derecho a una muerte digna y el drama de los embarazos no deseados como asuntos ornamentales colocados en lo alto de la pirámide. Dengues de corista. Contratiempos menores que se solucionan con un par de libros de autoayuda. Sin embargo no está bien que quiera obligarnos a verlo de la misma manera. No es la primera vez que un líder del PP recurre a la falacia de la opinión pública, es decir: desautorizar una idea o una acción determinando por su cuenta que no tiene interés para la gente.

Lo hicieron en la guerra de Irak, en el hundimiento del Prestige y en la crítica al programa electoral socialista. De hecho, se ha convertido en un tic retórico de Rajoy de los habituales argumentarios producidos en la factoría del partido conservador. No hay peor alejamiento de la realidad que el consistente en moldearla según esquemas particulares en vez de admitirla en toda su complejidad. A los políticos no se les vota para que pongan orden de importancia a los problemas, sino para que los resuelvan. Lo contrario, más que abuso de poder, es un imperdonable defecto de vista.