CONFUSOS. Gerry y Kate McCain no pueden reprimir las lágrimas mientras atienden a un periodista en Londres. / AP
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La Policía lusa recomienda archivar el 'caso Madeleine' por «falta de pruebas»

La Fiscalía debe examinar el informe de las autoridades portuguesas para decidir si se abren o no nuevas diligencias

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Tras 14 meses de especulaciones, pistas fraudulentas, falsos testimonios, víctimas convertidos en verdugos, rastros de ADN... el culebrón del 'caso Madeleine' podría acercarse a su fin. La Fiscalía lusa tiene que decidir si archiva el caso después de que un informe policial haya recomendado el cierre de la investigación por falta de pruebas. No es un desenlace feliz. No hay rastro de la pequeña. Pero los padres de la niña Gerry y Kate McCann podrán suspirar tranquilos, porque todo parece indicar que se les retirará la condición de 'arguidos', sospechosos de la muerte y desaparición de Madeleine.

Los investigadores lusos han concluido que «no hay suficientes indicios» para decidir si la desaparición de la niña se debió a un «rapto o un homicidio», según señalaron los rotativos portugueses 'Jornal de Noticias' y 'Correio da Manha'. También admiten «no tener pruebas para acusar a ninguno de los tres sospechosos formales, Jorge Murrat, Gerry y Kate McCann, de la desaparición de la pequeña». Los periódicos portugueses además publicaron ayer que el cierre de la investigación ya era un hecho y sería anunciada por la Policía en los próximos días. No obstante, el fiscal general, Fernando Pinto Monteiro, desmintió más tarde la información y aseguró que el caso todavía seguía en curso. Ahora sí, la Fiscalía debe examinar el informe policial para decidir si se abren o no nuevas diligencias. Este extenso informe incluiría una simple descripción de los hechos, sin aclarar los motivos por los que la pequeña desapareció del apartamento donde dormía el 3 de mayo de 2007 en Praia da Luz.

Retirada de cargos

Para muchos, el cierre del caso Madeleine es una noticia esperada. En los últimos meses, la Policía lusa ha insistido en la falta de pistas que apuntaban, entre otras opciones descabelladas, a que la niña podría estar secuestrada por una familia magrebí en Marruecos o que su calcetín podría yacer en un embalse en el Algarve. Todo parece confluir hacia un desenlace previsible: archivo del sumario y retirada de los cargos a los sospechosos.

Pero este final no parecía tan claro el pasado septiembre. Gerry y Kate McCann fueron declarados sospechosos del homicidio involuntario de Madeleine y la Policía lusa aseguraba que tenía «suficientes pruebas para detener a la pareja». Los investigadores además denunciaban las «presiones mediáticas» e incluso Gonzalo Amaral, el jefe del caso, se atrevió a acusar a la policía británica de «seguir las pistas que interesaban a los McCann». Por esas declaraciones Amaral fue destituido, lo que supuso un punto de inflexión. Semanas más tarde, el nuevo director del suceso aseguró que la decisión de declarar culpables a la pareja fue «precipitada».

Según la opinión pública de Portugal, detrás de este cambio de sentido se encuentran fuertes «presiones políticas» en las que incluso está implicado el Gobierno británico. Esa versión está por demostrar, pero lo cierto es que a los McCann no les han faltado, como es sabido, los contactos de altos vuelos.