EN SU MEDIO. Borja-Villel quiere exponer las obras en su contexto. / J. R. LADRA
MANUEL BORJA-VILLEL DIRECTOR DEL REINA SOFÍA

«Quiero mover el 'Guernica' unos 10 metros, no 400 kilómetros »

El nuevo responsable de la institución pretende que se convierta en un núcleo vivo y abierto a la discusión, lo más alejado posible de la cultura del espectáculo

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A finales del 2007 Manuel Borja-Villel (Burriana, Castellón, 1957) ganó el concurso para dirigir el museo Reina Sofía de Madrid, el más importante de España en cuanto al arte moderno y contemporáneo se refiere, depositario de una buena colección de obras de Picasso, Dalí y Miró, entre otros. Doctorado en la Universidad de Nueva York, forjó su prestigio al frente de la Fundación Tàpies y luego como director del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), que pasaba por una situación crítica y lo elevó al primer rango del panorama internacional. Ahora, quiere «dar la vuelta al Reina como si fuera un guante».

-Usted se ganó el puesto en un concurso en el que se competía presentando un plan para el museo. ¿Cuál fue su diagnóstico?

-En este museo las urgencias han aplastado los proyectos a largo plazo. En los últimos diez años yo creo que se ha comprado bien. Sin embargo, la manera de presentación la colección es muy lineal, se pasa de un movimiento de vanguardia a otro, y se privilegia un solo punto de vista, que no tiene en cuenta cómo ha cambiado el mundo.

-¿En qué sentido?

-Desde los años ochenta han pasado cosas decisivas, la caída del Muro de Berlín, la globalización económica, Internet, la expansión de las nuevas tecnologías, y esto hace que nuestros modos de relacionarnos hayan cambiado. El modo lineal responde a una visión donde hay un centro, los países occidentales, y una periferia, el resto del mundo. Pero esta visión ya no se corresponde con la realidad, donde hay muchos puntos importantes por distintas razones. El Reina Sofía tiene que ser un nodo en el que confluya el arte del territorio español, de Europa, de Latinoamérica y del Mediterráneo. Además, es mucho más interesante pensar en una historia con múltiples raíces y narraciones, y donde la pintura, escultura y el cine del siglo XX se expongan en un mismo contexto, porque realmente surgieron así.

-¿No cree que una presentación lineal, en la que de un movimiento de vanguardia se pasa al siguiente, favorece el aprendizaje?

-Quizá sea más fácil entender que la Tierra es plana que redonda. Pero es falso. ¿Para qué sirve entender algo si es mentira? Me parece además una posición paternalista y clasista. Es como decir: Nosotros sabemos que no es así, pero como vosotros sois más bien taraditos, pues os lo damos mascado. Yo he tomado como modelo a un analfabeto de la Revolución Francesa, que decidió enseñar a sus hijos a leer al mismo tiempo que él aprendía. No había jerarquía, estaban al mismo nivel, el libro era su punto de conexión. El arte sería ese elemento de unión para crear formas de sociabilidad distintas sin verdades únicas, absolutas e impuestas.

-¿Cómo se aplicaría esta visión a la nueva presentación del 'Guernica' de Picasso?

-Hemos dejado el cuadro junto a otras obras de Picasso, pero además le hemos dado profundidad mostrándolo en su contexto, el del pabellón de la República en la exposición de París de 1937. Es la única forma de entenderlo. Porque si lo ves como un cuadro en una línea sucesiva y cronológica de los lienzos de Picasso, no te enteras de nada. El Guernica se expuso con la Fuente de mercurio de Alexander Calder, que tampoco lo hizo porque sí, sino porque los nazis, los que bombardearon Gernika, querían controlar las minas de Almadén, las más importantes del mundo de ese metal.

-¿Y la película con guión de Buñuel?

-La proyectamos porque comparte el mismo esfuerzo que el Guernica por mantener una República que estaba perdiendo su respiración. No creo que esto sea más difícil de entender que presentar la obra de forma aislada. Es más, estoy seguro de que así se comprende mejor.

-Usted ha dicho que lo va a cambiar de posición. ¿Se puede mover el 'Guernica'?

-Yo quiero moverlo enfrente de donde está para que se aprecie mejor; es decir, diez metros, no cuatrocientos kilómetros, cosa que según los técnicos es imposible. No es lo mismo ir de este despacho al próximo que hacerse un recorrido por Río de Janeiro. Luego hay piezas que pertenecen a un museo porque forman parte de su personalidad. A nadie se le ocurre pedir Las Meninas al Prado ni al MoMA La señoritas de Avignon. El Reina Sofía no puede pensarse sin el Guernica y sin las vanguardias de los años treinta, a las que el propio cuadro pertenece.

-¿Qué opinión le merece la idea de que el 'Guernica' tiene que estar en Gernika?

-Con todos mis respetos, me parece muy literal, muy reduccionista. Por el mismo criterio, la Fuente de mercurio de Calder tendría que estar en Almadén. O si un cuento de Borges habla de la luna, entonces habría que mandar los libros allá. El Guernica tiene que estar con Calder y con Miró, tal y como quería Picasso, y esto no sólo lo digo ahora, lo he dicho también antes de estar en el Reina Sofía. Sólo así adquiere su sentido. Espero que la gente que lo pide para Gernika no lo haga por su potencial para atraer turistas.