EL RAYO VERDE

Náutica y el iceberg

U n lector de LA VOZ Digital decía el viernes, en el día 3ºde la infamia del intento de derribo de la Escuela de Náutica: «Piri ríndete», indicando sin lugar a dudas al delegado del Gobierno andaluz en la provincia, José Antonio Gómez Periñán, que había confirmado la intención de la Junta de derribar el edificio caletero para convertirlo en nuevas oficinas administrativas de la propia Junta (que, por lo visto, no tiene dónde meter a tanto funcionario). Y Gómez Periñán, Piri para el mundillo político-periodístico, decía horas después en público que la decisión no era firme, para dejar la pelota en el tejado del arquitecto que gane el concurso correspondiente, mientras en privado aseguraba que el debate había sido cortado de raíz.

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Pero no es así, lo siento. El caso merece un examen serio y reposado. No puede pasar desapercibido, no se puede zanjar, el hecho de que el Gobierno de todos los andaluces con una mano proteja un edificio y con otra decida tirarlo. Supone un ejemplo claro de incoherencia, de falta de coordinación, y deja en cuestión las decisiones departamentales en su conjunto. Se quiebra el mínimo de seguridad que hemos de tener los ciudadanos en las instituciones que nos representan, a las que -como dice Luis García Garrido en la página que sigue a ésta- hemos dado nuestro dinero, el Boletín Oficial y el mandato de que nos solucionen los problemas. Se trata, pues, de mucho más que de una cuestión de patrimonio, con ser ésta importante.

Pienso, en segundo lugar, en qué hubiera pasado si los periódicos no hubiéramos publicado la noticia, si no salimos al paso de la decisión y dado voz a los que saben de qué va este asunto, los arquitectos que han luchado durante años porque esta Escuela de Náutica, y otra decena de edificios del Movimiento Moderno en la provincia, sean protegidos como piezas singulares y valiosas que son. Un nuevo signo de contradición: la propia Junta paga, a través del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico y encarga al ex-director general de Arquitectura y Vivenda, Víctor Pérez Escolano, un proyecto para catalogar y proteger estos edificios, crea el registro de Arquitectura Contemporánea, a la vez que apoya los congresos y publicaciones del DoCoMoMo Ibérico... para nada, si nos descuidamos; y no las tengo todas conmigo de que alguien no esté pensando en que cuando todo esto haya pasado, cuando baje la marea mediática, se cumpla el derribo previsto y se justifique con los papeles o los medios que haga falta (que en ruina somos aquí expertos), que el deterioro del edificio hacía imposible su conservación. Esté protegido o inventariado, el fondo varía poco.

Además, me llama la atención la ausencia de la Consejería de Cultura de este debate que entra directamente en sus competencias. ¿Cómo es posible que sucedan cosas como las banderolas en las fachadas de edificios BIC o protegidos y no pase nada, que se destruya un patio como el de Ruiz de Bustamante y no se actúe para, como dice la ley, llegar incluso a sancionar y hasta revocar las competencias del ayuntamiento si éste no consigue la protección de los bienes del conjunto histórico que es la ciudad? ¿Cómo coloca, ella misma, un aparato de aire acondicionado en otro BIC, la Torre del Sagrario de Santa Cruz? ¿Quién vigila al vigilante? En sus manos está también ahora, en el caso de la Escuela de Náutica, velar por la conservación del edificio, verificar su estado, como habría estado en manos de la propia Junta evitar que llegue al deterioro en que se encuentra, en gran parte por falta de mantenimiento y actuaciones inadecuadas.

Náutica es una joya de la arquitectura moderna, una muestra excelente de la evolución de la ciudad que amamos, una pieza perfectamente encajada en su perfil, y también un trozo de nuestra memoria. Hay que salvarla o todos seremos náufragos.

lgonzalez@lavozdigital.es