LABORATORIOS. La responsable del grupo SCEM, María José Feliu.
Sociedad

Los detectives del color

Científicos de la Universidad de Cádiz investigan la tonalidad original de las piezas del patrimonio provincial: retablos, tumbas, vasijas o fachadas

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Eso de tomar un pelo y averiguar el color de ojos del asesino sólo pasa en las series», dice María José Feliu, responsable del grupo de Simulación, Caracterización y Evolución de Materiales (SCEM) de la Universidad de Cádiz. No es tan sencillo. En su laboratorio se estudian cuáles fueron los colores de las cosas y cómo se consiguieron. Entre microscopios y espectaculares aparatos, estos detectives de los colores averiguan cómo se veían las cosas cuando salieron de fábrica, ya se trate de una tumba prehistórica o de la fachada de los edificios del Campo del Sur.

La tarea no es fácil, aunque Feliu hace lo posible por explicarse. «Los rayos que nos llegan son muchos, pero percibimos muy pocos. No vemos las ondas de radio, ni los infrarrojos: solamente una pequeña franja que es lo que llamamos visible». Son los diversos rayos de esa franja los que dan los colores y ahí se dan los primeros pasos del SCEM. «Utilizamos la espestroscopia visible con un colorímetro y nos da la cantidad de fotones de color rojo, amarillo, etc. Es una medición objetiva, no como la del ojo humano, que es objetivo», dice Feliu.

Una vez se sabe el color de la pieza que se analiza, los investigadores utilizan otras técnicas para averiguar los materiales que aportan ese color. Es el turno de técnicas más complejas como las espectroscopías de infrarrojos y las dispersivas de rayos x.

El proceso se ha llevado a cabo con miles de muestras de todos los tipos y arroja resultados sorprendentes. Así, el SCEM ha descubierto importantes diferencias en los pigmentos rojos que se encontraban en enterramientos como los del paraje de Monte bajo, en Alcalá de los Gazules. «Los dos son rojos, pero existen significaciones distintas si el color proviene del cinabrio que del óxido de cobre», explica la investigadora. Si el enterrado era más pobre, utilizaban óxido de cobre y si era más rico, los suyos se podían permitir el cinabrio que tenían que buscar fuera de Cádiz.

Azul para los ricos

Más tarde, los pigmentos siguieron marcando la distinción entre pobres y ricos. «En la época romana, los colores azules son los que significaban prestigio». Sobre todo, el azul egipcio que estaba fabricado a partir de óxido de cobre y que se ha encontrado solamente en edificios de categoría en la época romana como la Casa del Obispo de Cádiz.

En la línea de otras ciudades, el grupo también se ha dedicado a recuperar los colores de fachadas de barrios enteros como Santa María o El Pópulo. El proceso comienza con una toma de muestras con un taladro de corona. En el trozo de pared que se recorta queda una superposición de capas de colores que ya se pueden identificar y datar, aunque la investigación requiere cierto trabajo arqueológico. «Cuando existen capas blancas, sabemos cuál de ellas es moderna porque la pintura tiene dióxido de titanio», explica la investigadora.

No siempre es tan fácil. En ocasiones, los científicos tienen que acudir a documentación si falta alguna capa. En épocas más tardías, funcionan las fotografías pero si el edificio se remonta en el tiempo, tienen que acudir a los archivos para encontrar los documentos de la construcción, con una dificultad añadida: «Nunca contienen datos sobre la construcción del edificio, así que hay que recurrir a los pedidos de materiales que hizo el alarife, el maestro de obras. Si dice que ha encargado x kilos de arena, sabremos que el color era albero».

En ocasiones, los investigadores extraen datos que desmienten las creencias populares. En contra de lo que se piensa, la costumbre actual de dejar al aire la piedra ostionera de las viviendas de Cádiz no es tradición, sino una moda reciente y nociva. Fue en 1964 cuando los gaditanos comenzaron a descubrir los bajos de las casas que «siempre» se habían cubierto con pintura. «Queda bonito -advierte la investigadora- pero la contaminación del puerto o de los coches la mancha y la estropea. Además entra agua, y nos la cargamos».

Sorpresas

En general, los colores de Cádiz fueron siempre el albero claro y los colores blancos y posee uno de los cascos históricos mejor conservados. Sin embargo, no es tradición todo lo que reluce. Los edificios del Campo del Sur con sus colores nacen de la idea de un arquitecto que quiso igualarlos hace solamente 20 años a los de Cuba y Puerto Rico.

Otras veces, la investigación no tiene los resultados esperados. Hace unos años, el grupo recibió el encargo de estudiar los colores de la historia del Palacio Provincial, en la Plaza de España de Cádiz. Propusieron el blanco original, pero los responsables de la institución prefirieron volver al rosa con que en 1862 se quiso imitar a los palacios italianos ante la visita de Isabel II y eligieron ese color. Pese a la precisión de las investigaciones científicas, el color actual del edificio que proyectó Julio Malo de Molina «no tiene nada que ver» con el rosa propuesto, que era «más oscuro, más tierra».

apaolaza@lavozdigital.es