EL COMENTARIO

Rajoy en andas

A partir de hoy y hasta el congreso nacional de junio asistiremos a una serie de pulsos internos para la ocupación de espacios en el nuevo organigrama del partido. Aunque los barones populares de la era Aznar sobrevivieron durante la anterior legislatura, ahora guardan silencio porque desde la noche del 9-M nadie vocea sus nombres cuando se pasa lista. El mismo Zaplana se ha sentido cumplidamente amortizado y anuncia con gesto de humildad franciscana que va a ser un simple diputado de a pié. Era un hábil portavoz parlamentario, caracterizado por su maliciosa dialéctica.

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Sorprende cómo el llamado aznarismo, instalado hasta ayer en todos los resortes internos del PP, se diluye en sí mismo ignorado por todas las hipótesis que empiezan a bosquejar el inmediato futuro popular. En torno a Rajoy no han surgido nuevos barones, sino vehementes guardias de corps que van a llevarlo en andas hasta el congreso de junio.

Se trata de las dos figuras regionales con mayor número de votos en sus respectivos talegos, la presidenta madrileña Esperanza Aguirre y su homólogo valenciano Francisco Camps. Y cerca de ellos, Javier Arenas, que no ha quedado nada mal en Andalucía, aunque muy lejos de la victoria. Y el gallego Núñez Feijóo, por lo que para el PP supone Galicia. Y como pidiendo atención, la vasca María San Gil se hacía oír ayer arremetiendo contra los socialistas porque van a negociar de nuevo con ETA, en cuanto puedan, usando de modo nefasto el aumento de votos conseguido.

Una vez que el valenciano Camps aparece como un fuerte competidor de Esperanza Aguirre, las tensiones latentes dentro del PP prometen espectáculo. De momento, Camps se ha llevado a Rajoy a las Fallas y le ha medio organizado unas breves vacaciones de descanso. Lo más urgente ahora en el pulso interno es colocar un diputado afín en la portavocía parlamentaria, y ahí juega Aguirre con el nombre de Pizarro, que no parece despertar ilusiones, mientras que Camps apoya a González Pons, que ya representó ese papel fugazmente en el Senado.

Y reaparecía ayer un antiguo baronet popular al que Aznar aprecia menos que su mujer, Ana Botella. Se trata del alcalde Ruiz-Gallardón, quien nos tenía con el alma en vilo a la espera de saber si iba a retirarse de la política o iba a seguir en ella. Y ya ha desvelado que piensa seguir, tanto por el ejemplo de responsabilidad que ha dado Rajoy como por el contrato que tiene firmado con los madrileños. Pero en el nuevo tiempo que parece abrirse en el PP, el alcalde parecía más bien descolgado, indeciso, titubeante, y eso en política, donde las afirmaciones deben ser rotundas, incluso en su frecuente estupidez, no conduce a buen puerto. El buen puerto, en esta hora, es obviamente Rajoy, al que Ruiz-Gallardón le transmitió por medio de la prensa su «apoyo absoluto e incondicional». Ya le sobran al líder del PP guardias de corps que lo lleven en andas, con el riesgo de que yendo en andas no se ve a quienes van debajo, por lo que es más difícil prever si te van a tirar y cuando, o si puedes avanzar relativamente tranquilo.