NUEVOS RETOS. Lourdes Fernández. / JOSÉ RAMÓN LADRA
LOURDES FERNÁNDEZ DIRECTORA DE ARCO

«Las nuevas tecnologías cambiarán el mercado del arte»

Por encima de polémicas, apuesta por una feria con destacadas galerías y coleccionistas

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El secreto consiste en alcanzar el nivel óptimo. Nivel en la calidad de las galerías, nivel en la ordenación del espacio y nivel en los coleccionistas que acuden a la feria. Lourdes Fernández (San Sebastián, 1961) afronta su segundo año en la dirección de ARCO con el reto de ver cómo funciona su proyecto. Consciente de que el arte contemporáneo se gestiona en el mercado como un valor de inversión más, defiende con firmeza la libertad creadora del artista -«del artista artista», subraya-, al margen de toda presión externa. Ahora, en su opinión, el conflicto surge ante las posibilidades y dificultades que aportan las nuevas tecnologías, «que van a cambiar el mercado, aunque todavía no sé cómo», reconoce. Sobre la polémica suscitada por la exclusión de galerías afirma estar tranquila -«con 600 solicitudes este año hay que elegir»- y confiar plenamente en la labor desarrollada por el comité de selección. Lo cierto es que la crisis de los no incluidos no tiene visos de solucionarse por ahora.

-Cuando la nombraron anunció que para 2008 ya se verían sus cambios. ¿Cómo va a ser este ARCO?

-La feria del pasado año fue de transición tanto para mí como para el resto del equipo y ésta será diferente, sobre todo por el cambio de ubicación. Pero prefiero hablar de una evolución más que de cambios. Los certámenes de arte contemporáneo han entrado por un nuevo camino y esto obliga también a ARCO a adecuarse a los tiempos. Hemos intentado que la distribución sea más racional; esto no quiere decir que antes no lo fuera, pero ahora se ha segmentado el programa en dos partes: por un lado, el programa general propiamente dicho y, por otro, se ha creado un área de 54 galerías (ARCO 40), que lo forman stands de 40 metros cuadrados en los que las galerías sólo pueden presentar piezas de tres artistas, con obra de los tres últimos años. Al poner estas condiciones creamos ya un área específica. Creemos que esto va a ayudar tanto a las galerías como a los coleccionistas y los museos a saber qué puede ver en cada lugar.

-¿Qué dificultades ha encontrado para esa reorganización? ¿Este ARCO es el adecuado?

-En estos momentos, la tendencia mundial es de una feria muy específica, más pequeña, con unas características determinadas, del estilo de Freeze de Londres. Y la segmentación es la única forma de que en un certamen tan grande como ARCO no se entremezcle todo. Además, continúan los programas comisariados: los Sólo Project, el Expander Box, el foro de expertos y hemos añadido una sección de performance. El arquitecto Juan Herreros ha sido el encargado del nuevo diseño espacial, es el hombre que ha ideado la solución a las diferentes estamentos de la feria.

-El fantasma de la crisis económica está de nuevo ahí. ¿Tiene miedo a una contención del mercado y que este año las ventas bajen?

-El año pasado se vendió muchísimo y para éste es verdad que existe esa sensación de crisis, pero creo que hay otros factores a tener en cuenta. Las subastas de arte del mes de noviembre contra todo pronóstico fueron muy bien. Por ese lado, el mercado del arte parece tranquilo, aunque siempre es muy vulnerable. Otra cosa que nos va ayudar es que Brasil sea el país invitado, una potencia emergente en todos los aspectos. Tiene un mercado del arte y de galerías muy dinámico y potente, con un coleccionismo muy activo. Otro aspecto importante es el nivel de las galerías que participan. Si tienes buenas galerías atraes coleccionistas de todo el mundo. Este año vienen galeristas muy importantes que lógicamente tiran de sus artistas y sus coleccionistas.

-¿El mercantilismo es tan intenso que la pieza de arte es lo que vale, no lo que es?

-Esto es más bien una cuestión sociológica que un problema del arte en sí mismo. Comprar arte está de moda. Los jóvenes brooker ganan su primer millón de plus en su empresa y se lanzan a comparar un cuadro. También existe gente que compra por inversión, éste es un fenómeno relativamente nuevo, ya que lo habitual era el mecenas y el coleccionista en el sentido más estricto.

-Los nuevos soportes y creaciones, especialmente las performances, hacen el arte más perecedero que nunca, de forma que sólo lo pueden adquirir las instituciones. ¿Qué encaje tiene en una feria, cómo se vende?

-Esa es la pregunta del millón. Hemos incorporado las performances porque creemos que son una forma de expresión que vuelve. Proviene de los años 70, pero ahora la Bienal de la Performance de Nueva York y la creciente participación del propio artista han propiciado que esta forma de expresión vuelva. Algo se está moviendo en el mundo de la creación y ARCO tiene que abrir esa vía de trabajo para estar al tanto de las tendencias. Respecto a las nuevas tecnologías, estoy convencida de que van a cambiar las formas del mercado, aunque todavía no sé cómo. La entrada del vídeo y la fotografía supuso un revulsivo y ahora con las nuevas tecnologías se entra en otro mundo. Ya hay vídeos de artistas que se están tratando como los de música, con lo que hacen miles de copias. Un museo de Nueva York, por ejemplo, está vendiendo un set con vídeos de gente como Bill Viola a precios más que asequibles. ¿Qué pasa? Hace unos años un vídeo de Viola se pagaba a 25 millones de pesetas. Con las nuevas tecnologías, se plantea el tema del arte efímero, del copyrigth, la copia, etc. Tanto el mercado como el propio arte tendrán que adaptarse a la nueva situación.

-En la actualidad sólo las empresas o las grandes instituciones pueden permitirse el lujo de coleccionar. Las obras se hacen invisibles...

- El sistema es así. ARCO lo que quiere es vender, luego que esas colecciones sean visibles o no es otra cuestión. Aunque hay casos como el de Helga de Alvear, que va a mostrar ahora su colección, o Fernando Meana, que ya la ha enseñado en Málaga. El arte no está hecho para que todo el mundo lo vea sino para transmitir una emoción y contar una realidad. Desde el Renacimiento el arte es muy privativo tanto por su carestía como por su ubicación.

-Dice que el objetivo de ARCO es vender. ¿Aspira también a marcar tendencias?

-En la medida que te dedicas al arte más emergente estás creando tendencia. Pero no crea que las ferias son comparables. Basilea-Suiza es sin duda la referencia. Miami es más comercial y Freeze ha marcado su propia línea, ya que sólo admite a galerías y artistas muy concretos. ARCO, en este sentido, es mucho más amplio, ya que acoge tanto a una galería con obra de los años ochenta como a otras con piezas de lo más contemporáneo. En las grandes ferias tener una personalidad marcada es difícil. El prestigio te lo da el tipo de galería que venga.

-Parece que existe un desencuentro permanente entre la feria y las galerías...

-Como tienes una feria de selección, has de cumplir unos baremos. Si en Selectividad no tienes un 9 no puedes estudiar Ingeniería, por ejemplo. Aquí es lo mismo. Desde el momento en que seleccionas, inevitablemente se produce un conflicto porque no pueden estar todos los que quieren estar. Este año hemos tenido 594 solicitudes, entre las que teníamos que elegir a 226 y eso es muy duro. Yo pongo la mano en el fuego por el comité de selección. Los criterios del arte contemporáneo no son iguales para todo el mundo. También entiendo que para una galería de la periferia es peor no estar en ARCO que para una de Madrid; que si la feria va bien de alguna manera le beneficia, pero si eres de Donosti y no estás, nadie se acuerda de ti.

-¿Cómo ve la competencia, esa feria paralela que ha surgido en Madrid?

-Lo mejor siempre es sumar. ARCO es la excelencia, pero tiene que haber mercado para todos y para todos los gustos.