Haciendo provincia

Soy una joven de Puerto Real y telegráficamente, por razones de espacio, esto es lo que pienso de mi pueblo. Para empezar por lo último, el concierto de Navidad, gratis total, invitaciones numeradas. Aforo del teatro: 650 plazas, el Ayuntamiento reparte anticipadamente 350 entradas. En la taquilla me dan dos entradas de paraíso y estoy allí un día antes a las siete de la tarde. Me encuentro el teatro medio vacío y gente en la calle sin entradas. Prefiero que me cobren como en El Puerto o en Cádiz y elegir yo el sitio y la cantidad de entradas. Rotonda del monumento a Astilleros, más conocida por la del dinosaurio; como los borrachos del Carnaval de Cádiz, todo el que la ve dice: esto qué es Dios mío de mi alma. No se puede hacer una rotonda más fea y más cara. Para compensar, como los árbitros malos, hacen una muy apropiada en la 512 pero (aunque yo no lo haya conocido El Cartabón era el sitio emblemático donde se libraban las batallas más encarnizadas en las sucesivas crisis de Astilleros), siento envidia sana de las rotondas del Puerto o de Jerez. Manifestación a favor de los Derechos Humanos, van siete políticos y los convocantes -si se reparten coquinas o papas aliñás-, y tenemos que llamar a los Geos para organizar la cola; las cosas importantes, nos importan más bien poco. La modita de los árboles con naranjas amargas: pongan ustedes naranjas normales y hay para todas las ONGs del pueblo o, como hacen en Jerez, las amargas las recogen para hacer mermelada para los ingleses, así no se ensucian las calles y se coge un dinerito. Las palmeras, podan tres y me dejo una, ahora eso si, las cercanas al Ayuntamiento todas podadas. Tenemos Escuela de Cine, pero para ver películas cualquier sitio menos Puerto Real. Para comprar la puerta de un garaje hay que ir hasta Chiclana. Tenemos un hospital universitario con listas de espera de hasta seis meses. Victoria Sánchez Moreno. Puerto Real