Guillermo Jiménez en el Ayuntamiento de Cádiz. / FRANCIS JIMÉNEZ
GUILLERMO JIMÉNEZ SÁNCHEZ VICEPRESIDENTE DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

«No es verdad que nuestras decisiones dependan de un partido»

Un «pequeño recorrido por los textos constitucionales españoles con una cierta valoración» fue una de las aportaciones que hizo ayer el vicepresidente del Tribunal Constitucional, Guillermo Jiménez, al público que acudió al Casino Gaditano para oir su conferencia titulada La afirmación histórica de los valores del constitucionalismo en España.

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-Los llamados valores constitucionales, ¿son una lección bien aprendida en nuestra sociedad o deben afianzarse más?

-Más que un punto de llegada son un proceso o camino. Hemos dado un paso muy importante con nuestra Constitución, pero es un paso que debe ser seguido por otro. Por ejemplo: la importancia que actualmente tiene la tecnología genera una serie de problemas a los que debemos dar soluciones, como la necesidad de controlar la información que sobre nosotros mismos se ha ido obteniendo a través de los mecanismos modernos. Existen una tutela y unos derechos que deben ser contemplados y que antes no se tenían en cuenta porque no estábamos en una sociedad global.

-¿Qué opinión le merecen aquellas voces que reivindican una actualización de nuestro texto constitucional?

-Tiene que ir adaptándose necesariamente a los cambios de la sociedad. Debe ser un texto vivo. La Constitución más antigua que conocemos, la de los Estados Unidos, incluye reformas que en su caso se llaman enmiendas, y están perfectamente asumidas. En el caso de la Constitución española no es que sea posible, sino que ya ha sido posible. El texto ha sido retocado en algunos extremos como conceder el derecho de voto en las elecciones municipales a los ciudadanos europeos residentes, y no ha pasado nada. Lo que ocurre es que hay modificaciones naturales y muy fáciles de entender; mientras que hay otras que pueden poner en cuestión algunas de las puntos claves acordados en el texto del 78, lo que necesitaría un consenso semejante al que se alcanzó en ese año. Siempre me gusta resaltar que esa Constitución fue la primera en España, ni siquiera la de Cádiz, que se hizo por todos para no excluir a nadie, a excepción de un pequeñísimo grupo fuera del sistema, que no representa a un sector significativo del pueblo.

-¿Y existen puntos de la Constitución que son innegociables o intocables?

-Bueno lo que debe ser retocado o no, no me corresponde a mi sino a los políticos. La Constitución española es tan abierta, que creo que habría que respetarla mucho para no tocarla en exceso. También es cierto que no es verdad que todos los puntos del texto deben estar abiertos a futuras modificaciones. Por ejemplo, en Alemania todo lo que supusiera la recuperación de valores del nazismo no podría aprobarse. Ahora bien, si se hiciera una modificación que cumpliera los requisitos formales del texto, como ciudadano me sometería a lo que decidiera la mayoría del pueblo. Pero también, como aspiración, yo pediría que cualquier cambio significativo tuviera un apoyo semejante al del 78.

-Jamás se ha hablado tanto en los medios de las resoluciones del Constitucional y su funcionamiento.

-Es normal que si en estos momentos se habla de problemas en la interpretación de la Constitución, el guardián del texto también sea observado y sus decisiones discutidas.

-Está usted hablando de una crítica sana, buena y no malintencionada.

-Yo no hablo ni de malo ni de bueno, sino que en general es natural. Hay que tener en cuenta también que estamos cerca de un proceso electoral que determina un mayor distanciamiento entre las fuerzas políticas y que sea más complicado el acuerdo en cuanto a grandes reformas.

-¿Comparte el análisis pesimista de que se está ante una crisis institucional como cuando se habla del CGPJ?

-Hay que distinguir: El Consejo es un órgano de gobierno, pero no es jurisdiccional como el Tribunal Constitucional. Por tanto, estamos hablando de dos situaciones diferentes que requieren debates distintos. Pero sería un signo de muerte que el Constitucional fuera un órgano partidista. Le puedo decir que eso no se corresponde con la realidad, aunque hay algunos sectores y medios que hagan esa valoración. La inmensa mayoría de las sentencias de nuestro tribunal sale con un amplio consenso y no está condicionada por ningún grupo, aunque haya votos particulares. Esos votos particulares, en muchos casos, se producen en contra de posturas que defienden compañeros de un mismo sector. Yo mismo me he quedado a veces en minoría.

-¿Quiere decir que las etiquetas de progresista y la de conservador son sólo eso, etiquetas?

-Esas etiquetas se corresponden a una realidad, según desde el punto de vista que se mire. Lo que no es verdad es que nuestras decisiones dependan de un determinado partido y eso es tan fácil de comprobar como acudir al Boletín Oficial del Estado. Por eso, algunas veces surgen esas cosas tan divertidas como que un magistrado ha traicionado a sus compañeros de sector.

-Las sucesivas recusaciones planteadas por el PP y el PSOE contra magistrados del Constitucional, ¿están influyendo en el funcionamiento ordinario del tribunal al tener que aparcar trabajo?

-En algunos recursos está obligando a hacer suspensiones en la causa principal para resolver ese tipo de cuestiones. Pero este año, el tribunal va a resolver la admisión o no de más recursos de los que han entrado. Es algo que creo que va a ocurrir por primera vez desde que estoy en el Constitucional. Va disminuir la bolsa de asuntos pendientes.

stubio@lavozdigital.es