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Annapolis: la confusión

Lo que parece sobre el papel las más importante iniciativa para recuperar alguna clase de negociación entre israelíes y palestinos, la conferencia patrocinada por los Estados Unidos a partir del próximo martes en Annapolis, está en el alero pero tendrá lugar con toda probabilidad. Este martes había toda clase de versiones sobre el particular mientras el Departamento de Estado parecía listo para empezar a enviar por vía diplomática las invitaciones mientras el primer ministro israelí, Ehud Olmert, visitaba al presidente Mubarak en Sharm-el-Sheik para pedir al influyente Estado árabe que termine de convencer a los indecisos de la conveniencia de acudir.

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Ayer tarde la confusión era total. En Washington el portavoz de Condoleezza Rice, Sean McCormack, recogía la sensación de que las partes progresan y la presencia árabe será amplia, pero medios israelíes y palestinos decían que no había ni una línea de acuerdo escrita y que el milagro de un comunicado común dependía de progresos del último minuto y se mencionaba la posibilidad de que cada parte difundiera su propio documento, una expresión de fracaso que Bush no puede permitirse.Los palestinos irán porque, como dijo claramente su ministro de Exteriores, Riad Malki, temen que si no lo hacen serán acusados, como ocurrió tras el fracaso de Camp David -II en 2000, de no querer negociar en serio. Los árabes aguardan, en realidad, lo que digan los saudíes y los sirios en la reunión ad hoc que la Liga Arabe sostendrán el jueves en El Cairo. El viernes habrá un comunicado definitivo.

Hay una posición intermedia: la de acudir con un bajo nivel diplomático (la conferencia es a nivel de ministros de Exteriores) y tal vez eso hará una delegación siria. Bush estará presente al menos en parte de las sesiones y recibirá en la Casa Blanca a Olmert y Mahmud Abbas y cumplirá formalmente su compromiso de reactivar el proceso negociador como le pidió el célebre Informe Baker-Hamilton en enero. La impresión generalizada es que servirá de muy poco o nada.