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La reforma constitucional de Chávez pone a Venezuela al borde del enfrentamiento

El proyecto de modificación, que debe ser refrendado el próximo 2 de diciembre en las urnas, acerca el modelo político al vigente en Cuba

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El proyecto de reforma constitucional que permitirá al presidente venezolano, Hugo Chávez, ampliar sus poderes, y que deberá ser refrendado en las urnas el 2 de diciembre, ha levantado ampollas y provocado un nuevo enfrentamiento entre los seguidores del dirigente bolivariano con la oposición, la Iglesia católica y grupos de estudiantes universitarios. Entre los cambios más importantes que se introducirán en la Carta Magna destacan la reelección ilimitada del primer mandatario del país y la censura de los medios de comunicación durante los estados de excepción.

El pasado 15 de agosto Chávez presentó su plan para cambiar 33 artículos de la Constitución que fue sancionada en diciembre de 1999, diez meses después de iniciar su primer mandato tras su victoria electoral en 1998. Después, la Asamblea Nacional incorporó otras 39 modificaciones. Los 72 artículos suponen reformar el 20% de los 350 del texto constitucional o «soberanísima», como la llama el líder populista.

El legislativo venezolano tenía un plazo de dos años para revisar los cambios propuestos, pero lo ha hecho en apenas un mes. Después de tres debates parlamentarios fueron aprobados sin apenas dificultades por 161 de los 167 diputados que integran el Parlamento unicameral. «No volverán», gritaban los legisladores, todos oficialistas, porque la oposición boicoteó los comicios parlamentarios de 2005 y por tanto no tiene representación en la cámara.

Quienes no estaban satisfechos y denunciaron el procedimiento de reforma por «inconstitucional» e «ilegal» fueron los representantes de la formación Podemos que, junto con el Partido Patria Para Todos (PPT) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV), había optado por no disolverse e integrarse en el Partido Socialista Unido (PSUV). Este grupo político verá la luz el 2 de noviembre y está impulsado por el propio Chávez. Pese a todo, el presidente tildó de «traidores» a los integrantes de Podemos.

Más radicales fueron las protestas de los estudiantes universitarios que expresaron en las calles su repulsa. Ejecutivos de medios de comunicación, activistas de derechos humanos y líderes de la jerarquía católica manifestaron también su preocupación por la reforma constitucional. La Conferencia Episcopal venezolana consideró que el proyecto podría sentar las bases para restringir las libertades.

Durante los enfrentamientos en la Universidad de Caracas el líder estudiantil Yon Goicoechea resultó con una fractura de tabique nasal en una trifulca con simpatizantes del oficialismo que reventaron un foro sobre la propuesta presidencial. «Fui agredido, pero no fui yo sólo. Venezuela es agredida todos los días por esta misma violencia, la misma que el pueblo cubano ha soportado durante cuarenta años. Esa misma violencia que se pretende instaurar a través de una reforma constitucional en contra del pueblo», expresó Yon Goicoechea. Y adelantó que «los estudiantes que estamos siendo agredidos, no callaremos».

Similar organigrama

Desde que llegó al poder, la oposición ha acusado a Hugo Chávez de querer implantar en Venezuela una copia del sistema político cubano. Y es que en el proyecto de la nueva Constitución está plasmado un organigrama del Gobierno similar, con la designación de un primer vicepresidente, así como de un Consejo de Estado.

Además, en su batalla contra la maniobra política del presidente, las organizaciones antichavistas Acción Democrática (AD), Alianza al Bravo Pueblo (ABP), el Comando Nacional de la Resistencia (CNR), Bandera Roja (BR) y Alianza Popular (AP) lograron pactar la convocatoria de «una gran concentración contra la reforma constitucional», el 3 de noviembre.

Precisamente, ese día acudirán a Caracas varios jefes de Estado de los siete países latinoamericanos para firmar el acta de constitución del Banco del Sur. Sin embargo, ni los dos partidos de la oposición más votados, después de Chávez, en las elecciones de 2006, Un Nuevo Tiempo (UNT) y Primero Justicia (PJ), ni el socialcristiano Copei, se sumaron al llamamiento de la habitualmente fragmentada oposición.