ANGUSTIA. Un iraquí implora que le den noticias sobre un familiar, víctima del ataque. / AP
MUNDO

El fuerte americano de Bagdad

Un enorme complejo amurallado de 21 edificios constituye la embajada más grande del mundo, empañada por las numerosas chapuzas de los constructores

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TIENE el tamaño del Vaticano y es la embajada más grande y más cara del mundo y de la historia. Cuando se habla de la nueva sede de EE. UU. en Bagdad todo son superlativos, hasta las pifias de los constructores que han obligado al Departamento de Estado a posponer indefinidamente su ocupación.

La superembajada, como la llaman algunos, es un complejo fortificado que se ha erigido a orillas del Tigris, sobre lo que antes era un parque. Los terrenos fueron cedidos por el Gobierno iraquí a través de un contrato que, como casi todo lo que rodea a esta embajada, es secreto. De hecho, los iraquíes vieron alzarse las grúas desde mediados de 2005, sin que hasta el año pasado supieran qué era lo que se estaba construyendo. Y no es que pasara desapercibido. En la caótica era que vive el país, donde todo es viejo y ruinoso, esto es prácticamente lo único nuevo de Bagdad.

44 hectáreas

Sus 44 hectáreas suponen seis veces el tamaño del complejo de Naciones Unidas en su sede principal de Nueva York, donde trabajan más de 5.000 empleados. El millar de diplomáticos y trabajadores del Departamento de Estado que servirán al Gobierno americano en esta ciudad podrán llamar a la embajada su hogar, y no tendrán necesidad de abandonar sus muros más que para ir al aeropuerto.

La mayoría vivirá en los 619 apartamentos de un dormitorio que se reparten en seis de los 21 edificios del fuerte, pero los altos diplomáticos gozarán de viviendas amplias. Dentro del complejo habrá supermercado, centro comercial, colegio, sala de cine, gimnasio, salón de belleza, club social, piscinas, canchas de tenis, pistas de baloncesto y, por supuesto, un Mc Donald, un Starbucks y otros símbolos de su imperialismo cultural.

Un batallón de marines que tendrá sus propios barracones defenderá el complejo con uñas y dientes, haciendo las veces de foso medieval. Los muros serán impenetrables. El proyecto especifica que se han reforzado 2,5 veces por encima de los estándares habituales, pero se dice que algunos tienen hasta 15 pies de grosor, que equivale a más de cuatro metros y medio.

Y por supuesto, será autosuficiente. Calle abajo los iraquíes tienen apenas dos horas de agua y electricidad al día, pero dentro del fuerte americano se podrá disfrutar de agua limpia las 24 horas, filtradas por sus propias plantas y distribuidas con generadores de electricidad independientes. Esta miniciudad amurallada, que es un fuerte dentro de otro fuerte llamado Zona Verde, tendrá sus propios almacenes, centros de mantenimiento, depuradoras y todo lo necesario para autoabastecerse. Al menos ese era el sueño. Tenía que haberse abierto el mes pasado, pero su ocupación está ahora pospuesta hasta que los constructores kuwaitíes, que la han sacado adelante con mano de obra esclava importada de Asia por la fuerza, como se ha oído en testimonios ante el Congreso, repare los muchos errores que la hacen inhabitable.

La Embajada estadounidense, que todavía sigue instalada en un palacio de Sadam dividido en cubículos con grandes lámparas de chandelier a menos de un kilómetros, advirtió ya en mayo que nada es lo que parece, pero el Departamento de Estado aplastó la queja enfurecido. Los diplomáticos lo habían visto claro cuando se inició la ocupación de los barracones defensivos. Tan pronto como se enchufaron los primeros aparatos de cocina, un olor a quemado invadió la sala y la instalación comenzó a fundirse. El problema, el primero de una larga serie, no era fácil de reparar.

415 millones de euros

Los contratistas americanos detectaron desde cables con etiquetas que falsificaban su grosor hasta fugas de gas en los tanques, que habían sido equipados con protectores para depósitos de agua que se disolvían al contacto con el diésel. Los sistemas antiincendios no funcionaban y las 252 casas prefabricadas para la guardia de la base despedían vapores tóxicos.

Bonito trabajo por la friolera de 415 millones de euros, que se ha embolsado inexplicablemente la compañía First Kuwaiti General Trading & Contracting. Las otras seis empresas americanas que concursaron por el contrato se quedaron sorprendidas de que la ganadora fuera una compañía extranjera carente de experiencia, pese a que algunas de las ofertas eran 70 millones más baratas.

Pero incluso si el misterioso contratista subido de golpe a la rueda de la fortuna corrige la sarta de despropósitos, los expertos coinciden en que la inauguración de esta delegación será difícil de celebrar. La historiadora Jane Loeffler recordaba nostálgica en la revista Foreign Policy que «tradicionalmente las embajadas estaban diseñadas para fomentar la interacción con la comunidad» en la que se construía. «Demostrar la buena voluntad de EE. UU. y promover valores democráticos requiere contacto directo». El complejo amurallado de edificios grises le recuerda más bien «a los castillos de los cruzados que un día dominaron Oriente Próximo».