El fallecido Gabriel Gómez Ruíz de Almodóvar, exiscal Antidroga de Málaga
El fallecido Gabriel Gómez Ruíz de Almodóvar, exiscal Antidroga de Málaga - FRANCIS SILVA
Gabriel Gómez Ruíz de Almodóvar

«La droga es ruina. Arrasa con la familia y los sentimientos»

Reproducción de la entrevista que el fallecido exfiscal Antidroga de Málaga concedió a ABC en enero del año pasado, poco después de ser galardonado por su trayectoria

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—Más de veinte años luchando contra el narcotráfico. ¿Recuerda su primera operación? ¿Cómo fue?

—Uf, pues la verdad es que no. Han sido muchísimas en estos años. Sí recuerdo que cuando me nombraron delegado en la Costa del Sol manifesté que la Fiscalía Especial Antidroga éramos un bolígrafo y yo. Esta frase era absolutamente real.

—Y de unos métodos que ahora parecen rudimentarios a GPS, complejos sistemas de ocultación de la droga, laboratorios dirigidos por químicos, sociedades pantallas, concienzudas operaciones de ingeniería financiera, testaferros… ¿La lucha contra el narcotráfico se realiza ahora más en los despachos profesionales que en el litoral?

—La lucha contra el narcotráfico ha sido y seguirá siendo la de David contra Goliat. Por muchos medios con los que nos doten, nunca vamos a tener de los que gozan cualquier organización, incluso pequeña.

Llevo mucho tiempo pensando, sobre todo a partir de 1995, que la batalla contra el tráfico de drogas pasa por la detección del blanqueo de capitales asociado. La única manera de hacerles daño es quitarles el dinero.

—Se habla de droga incautada, pero también de un porcentaje muy elevado que llega a las calles….

—Una organización dedicada al narcotráfico tiene calculado que se aprehende un 20 por ciento de la droga que se introduce. Para ellos es como si fueran los seguros sociales para una empresa.

—¿El narco está ganando la batalla?

—No es que la esté ganando, es una guerra en la que el traficante cuenta con medios ilimitados. Son Las Malvinas. Todo el mundo sabía que Argentina no podía ganar la guerra. Esto no significa que no debamos seguir luchando para alcanzar objetivos importantes. Pero la verdad es que el narcotráfico mueve diez veces más dinero que el armamento mundial. Por eso decía que es la lucha de David contra Goliat.

—¿Cómo se puede luchar contra esta actividad delictiva en puntos donde es la principal generadora de empleo?

—Alijar es la última escala. El que se moja los pantalones en la playa suele ser el más desgraciado y si no hay trabajo, el que no sabe cómo darle de comer a sus hijos tiene en su mano una opción fácil, pero ilegal.

—Supongo que resulta preocupante que el traficante se presente como un salvador y genere simpatías entre la sociedad…

—Es que hay que partir de la base de que vivimos en una sociedad en la que no hay consciencia de que el hachís sea malo. El ciudadano considera más grave coger una navaja y cometer un atraco que introducir un alijo.

—Y en este contexto surge el debate sobre la legalización del cannabis. ¿Qué opina?

—(Risas) Ante todo soy fiscal y me debo al principio de legalidad. Yo he acusado por delitos contra la religión católica o por adulterio, cuando estaban vigentes en el Código Penal. Cuando han dejado de estarlo, no le he hecho. Mientras este tipo de drogas estén recogidas, seguiré haciéndolo.

—Usted se ha quejado de la falta de medios en la lucha contra el lavado del dinero ilícito…

—La cosa ha mejorado. Hay que tener en cuenta que el dinero es como el humo de un cigarro, por lo que se crearon secciones especializadas en los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado para que aflorara. Pero la irrupción de los casos de corrupción ha llevado a que las investigaciones por blanqueo se deriven a este ámbito. Podemos decir que hemos pasado de moda.

—Cuando tres depósitos judiciales de Andalucía son asaltados y robados, el mensaje es desolador…

—No me asombró.

—Pues a mí sí me sorprende su respuesta…

—Antes de que esos depósitos fuesen asaltados, la droga incautada en Málaga estaba en los sótanos de la Subdelegación del Gobierno. Yo pensaba: «Esto es lo más sencillo de robar». Era rudimentario. ¿Qué ha pasado? Pues que todas las sustancias estupefacientes incautadas en esta provincia, en Cádiz, Huelva o Almería se llevaban a incinerar a Oviedo. El problema era que los transportes, para los que había que movilizar un dispositivo de seguridad especial, no se realizaban hasta que no hubiese droga suficiente para llenar los camiones. Afortunadamente esta situación se ha solucionado. Aquí hemos llegado a tener almacenadas muestras de hace 12 o 13 años.

—Me contaba una vez un agente con cierta maldad que cuando iban tras la pista de algún narco que iba a cruzar la frontera a Francia preferían dejarlo y llamar a la Gendarmería para que lo arrestara, porque así pasaría más años en la cárcel…

—El Código Penal francés es más duro.

—Tras los estragos de la heroína, ¿está anestesiada la sociedad ante drogas menos lesivas físicamente?

—Es una pregunta más propia para un forense que para un fiscal, pero yo pienso que toda droga hace daño. Sólo hay que tener en cuenta que el delito que se persigue es «contra la salud pública».

—¿Cuál es su preocupación actual?

—El gran peligro actual son las drogas de diseño. Cualquiera con unas ligeras nociones de química, un laboratorio y una furgoneta puede estar fabricando pastillas a las puertas de una discoteca.

—Como en «Breaking bad»...

—No la he visto.

—Imagino que se ha topado con muchas vidas y familias destrozadas…

—He visto morir a hijos de amigos por culpa de la droga.

—Habrá escuchado historias desgarradoras....

—La droga es ruina. Cuando entra en una casa arrasa con el patrimonio de una familia y con los sentimientos de hermandad de padres e hijos.

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