Las batallas «pacifistas» de los museos de Jaén

Historiadores cargan contra el«infantilismo que desvirtúa la historia» de algunos mensajes en estos espacios expositivos

Una de las salas del museo dedicado a la batalla de las Navas de Tolosa Ernesto Agudo

Javier López

Ocho siglos después de la batalla de las Navas de Tolosa, en la que el ejército cristiano aplastó al musulmán, el museo dedicado a la contienda en el municipio jiennense de Santa Elena la interpreta con un enfoque en el que prima «la intención de provocar una reflexión sobre la paz». Y también «la necesidad de fomentar una cultura del diálogo y del respeto a la multiculturalidad» , según expone en la página oficial de este centro público.

El museo de la batalla de Bailén, asimismo público, tampoco se libra del pacifismo de salón que impregna el discurso de la corrección política. En su página oficial aclara que el objetivo del museo es ofrecer al visitante un completo análisis de lo que aconteció en 1808: nada menos que la primera derrota de la infantería de Napoleón en Europa. Lo hace, empero, con la intención de exponer los hechos «desde una perspectiva más humana , en la que se huye de la glorificación de la guerra o de cualquier gesta militar».

«Esto es infantilismo de Alicia en el País de las Maravillas», expone el historiador y escritor jiennense Emilio Lara, quien precisa que los grandes museos de Europa y América sustentados en batallas ( Waterloo, Verdún, Gettysburg, Pearl Harbor) se cuidan muy mucho de interpretar hechos pasados con una mirada nueva, por cuanto hacerlo significa desvirtuar la historia. Que es la que es, remacha el colaborador de ABC.

«Olor a sándalo»

Al respecto, aunque la historia bélica revela la escasa sintonía entre la batalla de Bailén y el festival de Woodstock, por la página sobre la contienda de turismo de la Junta de Andalucía se expande el olor a sándalo: el discurso oficial ordena que prime una óptica neutral que lejos de «hacer apología del acontecimiento bélico, busca su análisis objetivo, a través de virtudes como la solidaridad, la convivencia, la tolerancia, la democracia y la libertad».

Así se las ponen a Emilio Lara: «Interpretar la batalla de esta manera es un disparate histórico. Bailén es el Waterloo andaluz . Y la victoria cristiana de las Navas de Tolosa evitó la expansión almohade al resto de España». Además, ambas fueron batallas cruentas y ambas determinaron los acontecimientos posteriores. La una el inicio del declive del imperio napoleónico y la otra el avance militar cristiano, apuntado cinco siglos antes en Covadonga, la zona cero de la Reconquista.

Intencionalidad política aparte, ambos museos ejercen con justicia de atractivos turísticos. El de Bailén se compone de seis salas interconectadas que muestran los inicios y causas de la Guerra de la Independencia (1808-1814), los ejércitos enfrentados, su armamento, los personajes más reseñables y el papel «crucial y decisivo » de los bailenenses en la batalla. Y el de las Navas de Tolosa convierte al municipio de Santa Elena en el referente principal de la lid. Más aún tras la incorporación de 50 piezas originales.

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