Perdonen las molestias

Efeméride

Quince años después del escándalo de Colecor, la macronave sigue en su sitio y las incógnitas también

Las naves de Colecor durante su construcción, hace tres lustros ABC
Aristóteles Moreno

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TODOS los interrogantes del caso Colecor siguen intactos 15 años después . Tan intactos como la macronave de 40.000 metros cuadrados construida sin licencia municipal por el empresario cordobés más mediático de todos los tiempos. Se dice pronto. Pero 40.000 metros cuadrados son cuatro campos de fútbol . Nada menos. Y ahí viene la primera pregunta: ¿se puede edificar una nave del tamaño de cuatro campos de fútbol sin que la autoridad competente haga nada por evitarlo?

Ahí queda eso. La primera noticia de aquel pelotazo urbanístico la encontrarán ustedes en las páginas de este periódico. Hablamos de finales de la primavera de 2005 . La fotografía retrata el esqueleto de la nave y un pelotón de empleados trabajando a destajo para concluir la obra antes de que el escándalo colocara al Ayuntamiento de Córdoba en una posición incómoda.

El 28 de junio de ese año, la señora alcaldesa amenazó a Rafael Gómez con precintar la obra si el empresario no cesaba en su empeño. Examinadas con la perspectiva del tiempo, las palabras de la regidora son un chiste de Paco Gandía . Ahora ya sabemos que cuando el empresario levantó la primera chapa de la nave había un acuerdo tácito con el Ayuntamiento para hacer la vista gorda. En realidad, ya lo sabíamos entonces. Pero la acumulación abrumadora de pruebas años después han terminado por despejar cualquier duda.

En diciembre de 2010 , cuando Rafael Gómez presentó su candidatura a las elecciones municipales, lo dijo bien clarito ante los periodistas. «Hice las naves de Colecor porque me dejaron hacerlas», manifestó con la sencillez de un benefactor de barrio. Porque Sandokán puede ser lo que sea. Pero no engaña a nadie. En aquella rueda de prensa, también dijo otras cosas. Por ejemplo. «La multa por la nave de Colecor me importa un pepino». Ole tu arte.

De la multa millonaria hablaremos después. Antes detengámonos en otra afirmación de la señora Aguilar cuando el escándalo de Colecor empezaba a acorralarla y las sospechas de trato de favor crecían como espárragos trigueros. «El Ayuntamiento actúa de igual manera para todos». ¿No me digan que no es tierno? Es entonces cuando la segunda pregunta cae por su propio peso. ¿Por qué no precintó las obras si eran manifiestamente ilegales y el planeamiento urbano no permitía edificaciones de esa naturaleza en la carretera de Palma del Río ?

Hoy ya sabemos la respuesta. La desveló Rafael Gómez en febrero de 2013 , pocos meses después de tomar asiento como concejal, y cuando la multa superaba ya los 25 millones de euros. El héroe de Cañero estuvo sembrado. Reveló cómo la alcaldesa se había personado años atrás en su casa para garantizarle que la multa millonaria se iba a quedar en 6.000 euros de nada. La sanción nunca bajó de veinte millones pero la señora Aguilar se había puesto «moraíta de pijotas fritas» recién traídas de Fuengirola , según confesó desolado el señor Gómez.

Que sepamos, las alcaldesas no van casa por casa prometiendo una rebaja sustancial de las multas impuestas a sus vecinos. Que sepamos. Por lo que, a vuela pluma, de las revelaciones del empresario se deducen media docena de supuestos delictivos, tirando por lo bajo. Por qué la fiscalía no actuó de oficio es otra de las interrogantes que permanecen incólumes en el tiempo. Tan incólumes como la nave de 40.000 metros cuadrados quince años después.

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