ENCLAVE. Rivero es una de las plazas más bellas y emblemáticas de la ciudad.
Jerez

La plaza del viejo alcalde

A un año de cumplirse los ciento veinticinco años de la construcción del monumento a Rafael Rivero, hacemos un recorrido por su plaza

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Uno de los exponentes más clásicos de Jerez en lo que a la escultura civil se refiere es la del recordado alcalde Rafael Rivero. Está sembrado en medio de la plaza que lleva su nombre, pero podría haberse llamado también como la de los palacios, pues no hay rincón que no tenga un encanto especial.

Erigido en este emplazamiento en 1883, el conocido busto de bronce salio el taller del escultor italiano Augusto Franzi Bottinelli. Por tanto, nos encontramos con una de las esculturas civiles más antiguas de Jerez. Esta iniciativa está dentro de la tendencia de la época a ensalzar ya no sólo al personaje en sí, sino también a sus propios ideales y por su contribución al bienestar en pueblos y ciudades.

Ahora la plaza hierve cuando el sol saca las garras y la noche se hace apetecible, pues es centro de encuentro de muchos jerezanos. Las tapas que salen de los bares que la rodean siembran el ambiente a pescaíto frito, a adobo y a queso viejo. Las copas de oloroso que reconstituye cualquier cuerpo pasado por la humedad del invierno saltan de la bandeja a la mesa. Un señor está leyendo LA VOZ mientras aprovecha los bellos rayos de sol del mediodía. «Qué duda cabe de que este enclave tiene mucho encanto. Jerez tiene rincones preciosos, pero este es uno de los más sugerentes», sostiene. Apura un culito que todavía anda suelto en el catavino y prosigue con su lectura.

Iniciativas

Rivero controla la vida de su Jerez desde lo alto de la base que lo sustenta. El viejo alcalde al cual se le debe la conducción de las aguas del Tempul a la ciudad o la construcción del ferrocarril que iba desde Jerez al Trocadero, que fue el primero en Andalucía y tercero en España. Pero, sin duda, una de las joyas imperecederas que dejó fue, además de sus iniciativas, la belleza de una plaza que lleva su nombre y de la que durante siglos han disfrutado muchos jerezanos.