Sara Hernández, ayer, ante los medios de comunicación, flanqueada por Enrique Rico (izquierda) y David Lucas
Sara Hernández, ayer, ante los medios de comunicación, flanqueada por Enrique Rico (izquierda) y David Lucas - EFE

El sector crítico acusa de «pelota de Pedro Sánchez» a la líder del PSOE-M

Se recrudece la guerra fraticida en la federación de Madrid en plena negociación para llegar a la Moncloa

MADRID Actualizado: Guardar
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El PSOE-M se encuentra más cuarteado que nunca. En plena negociación a nivel nacional con Podemos para alcanzar un pacto de Gobierno que aúpe a Pedro Sánchez a la Moncloa, la federación madrileña, una de las más importantes, acrecienta su guerra civil. La situación en el partido nunca ha sido precisamente balsámica, pero desde la llegada el pasado verano de Sara Hernández a la secretaría general en la región, la lucha fratricida avanza a pasos agigantados.

Durante la celebración ayer del comité ordinario, las lenguas se afilaron. Antonio Miguel Carmona, la cara más visible del importante sector crítico, no dudó en llamar «pelota de Pedro Sánchez» a Hernández, con quien nunca ha escondido su falta de sintonía. No en vano, la también alcaldesa de Getafe, a la que se acusa de falta de carisma y de ser una mera marioneta del jefe nacional de los socialistas, llegó al cargo en un congreso extraordinario con sombras de irregularidades, según buena parte de la federación.

Para esta primavera, cuando se discierna el futuro político de Sánchez, ha de convocarse otro cónclave en el que Hernández debe ser ratificada en su cargo orgánico; pero sus enemigos internos no se lo van a poner fácil y pretenden ponerle enfrente a un contrincante, bien Juan Segovia (al que ganó por la mínima en las primarias de julio) o el mismo Carmona. Este, ayer, no dudó en conminar públicamente a la líder regional a no presentarse a la reelección: «Exijo un ejercicio de responsabilidad y que la secretaria general pida disculpas a los militantes por no haber sabido gestionar y haber obtenido el peor resultado de su historia».

Se refería el economista a los resultados en los comicios de mayo (autonómicos y locales), pero, sobre todo, a los de las elecciones generales del 20 de diciembre. «De 11,5 millones de votos en 2008 a 5,5 en 2015. Estamos a 300.000 papeletas de Podemos, sin contar el millón de votos de Unidad Popular [Izquierda Unida]. La dirección política regional tiene que dejar de estar petrificada y dejar de aguantar la respiración», asaeteó Carmona a los responsables del PSOE-M.

El caso de Irene Lozano

Las heridas del concejal en el Ayuntamiento de Madrid no supuran, sobre todo, desde que Hernández lo apeó de la portavocía municipal, en un claro golpe de mando, nada más empezar a encabezar el PSOE-M. A Carmona tampoco le gusta el cada vez más cercano pacto con Podemos para la Presidencia del Gobierno, ni tampoco «haber llevado a la nada al PSOE de Madrid, haber permitido que incluyan en las listas a personas que han insultado al partido [en referencia a la exdiputada de UPyD Irene Lozano, repescada por Sánchez para el Congreso] o, simplemengte, ciudadanos que ni siquiera son socialistas».

La coyuntura política española, pero también la socialista, es muy delicada. En su alocución en el comité regional, Sara Hernández hacía una lectura muy distinta a la de sus críticos: «Hemos tomado las medidas necesarias para dar la vuelta a esta tendencia negativa, que dura más de dos décadas. Para ello, hemos aprobado una serie de medidas para fortalecer los nexos y mejorar la difusión de nuestro mensaje».

Hizo un llamamiento a la «unidad y responsabilidad a todo el partido», para alcanzar a apear a Rajoy de la Moncloa. Su número dos en Madrid, el secretario de Organización, Enrique Rico, recordó que «los ciudadanos» les están «reclamando» que trabajen «por un gobierno de progreso, de cambio y de regeneración». Es decir, a su juicio, por un pacto con Podemos y Unidad Popular.

El senador y diputado en la Asamblea José Cepeda, «sanchista» confeso, criticó que el PSOE-M esté «ensimismado con sus dinámicas internas, con personas que se miran sus propios egos personales y que tienen que superar los debates internos, que son absolutamente estériles».

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