La diosa Cibeles se pone guapa

El Ayuntamiento invierte 60.000 euros en restaurar el complejo escultórico, que estará en obras ocho semanas

MADRID Actualizado: Guardar
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La diosa Cibeles, icono madrileño en el corazón del Paseo del Prado, renovará su figura después de catorce años sin pasar por el tocador. El Ayuntamiento de la capital comenzó esta semana las obras de mantenimiento y consolidación del conjunto escultórico, una joya neoclásica que simboliza la reconversión de Madrid en el siglo XVIII.

La fuente, ubicada a los pies del Palacio de Cibeles, fue instalada en 1782, antes de que la actual sede del Gobierno municipal apuntara al cielo con sus singulares torreones. No estaba en la transitada glorieta actual, sino unos metros al lado, sobre un pedestal rudimentario que poco o nada tiene que ver con el actual. Cibeles y los leones, a pesar del vandalismo, se han mantenido con su elegante apariencia.

La Cibeles, durante la Guerra Civil, protegida por un muro
La Cibeles, durante la Guerra Civil, protegida por un muro - VIRGILIO MURO

La última vez que fue rehabilitada fue en 2002, cuando perdió la mano izquierda por un acto de gamberrismo. Su conservación, asegura el Consistorio, «es una prioridad» y así lo reflejan los casi 60.000 euros invertidos para su reparación. Las obras, que se extenderán durante seis u ocho semanas, hasta octubre, suponen el sellado de grietas, el esculpido, limpieza y reposición de elementos perdidos y la entonación y perfilado de su figura. «El objetivo es detener los procesos que afectan a su conservación», apuntan fuentes municipales.

Las celebraciones del Real Madrid, que hace años violaban la intimidad de la diosa, también amenazaron su estado. Ahora las observa orgullosa, a buen recaudo, gracias a la protección de una pasarela perimetral. Aunque más modesta, para su rehabilitación han instalado una estructura similar que no solo la protege, sino que también sirve para acceder a ella con todas las garantías.

En realidad, no es extraño encontrársela con una armadura. La más robusta, acaso desconocida para muchos, es la que se instaló durante la Guerra Civil: un enorme armazón de piedra y ladrillo que la preservó durante más de dos años como una suerte de sarcófago. El archivo de ABC la resucita como una extraña pirámide en mitad de Madrid, desafío inquebrantable para los obuses que cayeron en la ciudad y que sí dañaron otros puntos emblemáticos como la Biblioteca Nacional.

Las obras, desagradable sorpresa para los miles de turistas que acuden a visitarla, no han dado más que para un tratamiento superficial, primer barniz del lavado de cara previsto para la diosa frigia. En las próximas semanas, gradualmente, se adentrarán en los pequeños detalles. Estas labores nacen con la premisa indiscutible de que no pierda un solo ápice de su grandeza. Mantener la belleza que plasmó Ventura Rodríguez en 1777. El artista esculpió a la Cibeles a la par que a Neptuno, también situado en el Paseo del Prado, para configurar un espacio único en el mundo. Ambas esculturas, rivales simbólicos por su relación con el fútbol, nacieron con la pretensión de que la capital dejase atrás su imagen de Villa desaseada y se acercase a otras ciudades europeas, como París.

Si bien Rodríguez dio forma a estas obras, fue Carlos III, «el mejor alcalde de Madrid», el verdadero artífice de la Cibeles como símbolo de Madrid. Es en el tricentenario del nacimiento del monarca, precisamente, cuando la diosa inicia su restauración.

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