Caballo de Troya

La estrambótica situación política española se entiende algo, si se mira a los principales partidos de esta Comunidad. En el PSOE actual y en el PSCL anterior a Tudanca coincide una de las personas menos dotadas para la política, aunque se jacte de lo contrario y le bailen el agua sus corifeos, Óscar López. Su paso por Castilla y León, como el del caballo de Atila a decir de los suyos, desde que tuvo la extravagante idea de citar a los medios en un amanecer de Riaza y vestirse de superguay, para mostrar con una imagen (su obsesión) otro modo de hacer política.

Cierto, lo consigue, pero su hoja de servicios en la región, calcada en Ferraz, recoge intervenciones públicas, discursos o artículos, con un desarrollo ideológico que no sobrepasa el número de caracteres de un twiter; falta de compromiso antes con Castilla y León (no cambió su residencia de Madrid), ahora con Rubalcaba que le instaló de secretario de Organización y al que pone al pie de los caballos; desconocimiento de la Comunidad y escasa aplicación por aprender: tozudo en sus directrices, el río debía pasar por sus pontones; entradas en las agrupaciones provinciales como elefante en cacharrería; y colofón, traición a Villarrubia con la dimisión de la mitad más uno de la ejecutiva y el remplazo por un secretario que calienta la silla.

Así López está llevando al PSOE por los mismos derroteros y con las mismas pautas: empeorando resultados electorales y de puertas para adentro con su diversión predilecta, enconar a unos contra otros. O se quitan de encima a este caballo de Troya o pasará a la historia como el gran estratega que quiere ser, pero por romper un partido centenario, con la inestimable colaboración de un nada sobrado y cautivo Sánchez.