Rosa Belmonte

Pedro Sánchez y la camisa blanca de su victoria

Rosa Belmonte
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El cosido ha sido un siete. Y Pedro Sánchez, como Leonardo DiCaprio, el renacido. La osa ha resultado Susana. Cuando el «establishment» esperaba que acabara la Guerra Civil y la Generalísima pudiera salir al atril y decir aquello de «cautivo y desarmado el Ejército Rojo…», va y gana Pedro Sánchez para celebrar a lo grande el cumpleaños de su madre (con ella había pasado el día). Se enfrentaban quien había sacado para los socialistas los peores resultados en Andalucía y quien había sacado los peores resultados en España. Y, además, Patxi López. En el PSOE no se llevan peor que en el PP, pero se ha notado más por la transparencia de las primarias. Lo habían hecho público.

Con mucho cariño. Y no sólo los primeras espadas. Laura Seara, coordinadora de comunicación de la Gestora había llamado en Twitter «feos con ganas» a Óscar Puente, alcalde de Valladolid, y a José Antonio Rodríguez Salas, alcalde de Jun.

Antes de que llegaran los candidatos, en la puerta del PSOE había tanta gente (es decir, periodistas) que los coches pasaban despacito y sus ocupantes miraban como se mira un accidente. Para el aparato lo hubo. Aunque el aparato se la envainará con los resultados.

Enfrente de la sede socialista, una especie de jaima albergaba a TVE. Pedro Piqueras, que parecía pasar por allí, saludaba a su colega de la cadena pública. Más arriba, en una ventana, asomaba una solitaria cámara grabando a la muchedumbre. Cerca, una bandera de España arrugada y un poco más allá una de España y el Real Madrid. En la acera, un señor con camiseta y sombreritos rojo con pinta de Fofito parecía el único simpatizante de los candidatos. Un partidario de Pedro Sánchez. En la camiseta ponía su nombre y un «Sí es sí». Ahora seguramente volverá el «no es no». Ya entrada la noche, a Antonio Hernando le faltó tiempo para dimitir como portavoz del PSOE en el Congreso. Cuando se atisbaba el triunfo de Pedro Sánchez, los partidarios eran ya muchos en la calle y hasta cantaban La Internacional. Y casi «Yo soy Espartaco».

Sobre las seis y media, el único dirigente importante en el PSOE era Javier Fernández. Por Ferraz, la diputada socialista Ángeles Álvarez llevaba en su motaza a Puri Causapié, que se bajó para desviarse por la calle Buen Suceso. Un enterado contaba a otro sobre Pedro Sánchez: «La sorpresa sería que sacara un cinco por ciento más de lo esperado, no que gane». Una lumbrera.

Sobre las siete y media empezaron a llegar socialistas de relumbrón. Sobre todo, mujeres sanchistas. Así, la exministra de Cultura Carmen Calvo. Juntas por la acera, les faltó música, llegaban Susana Sumelzo, Margarita Robles y Zaida Cantera. Parecían Los ángeles de Pedro. Nada más entrar, Sumelzo se dirigió a la trabajadora de la garita introduciéndose en ella con un efusivo «Compañera, buenas tardes». Al poco llegó Susana Díaz. Sin bolso, como las mujeres poderosas (siempre tienen alguien que se lo lleve). Con la misma ropa que llevó a votar, igual que Patxi López. En la puerta, la andaluza se tuvo que parar porque la masa periodística no la dejaba pasar. Aseguró que quedaba muy poquito tiempo para que triunfara «la fiesta de la democracia». Pero en cuanto traspasó la entrada voló sin casi hablar (me dio un cariñoso apretón en el brazo, y ahora no sé si eso dará mala suerte). Casi inmediatamente apareció Patxi López. «¿Quién cree que va a ganar’», le preguntaron. «Yo».

A lo largo del día, la mayoría de dirigentes se había manifestado a favor de Susana Díaz. Uno de los partidarios de Pedro Sánchez, Rafael González Tovar, del PSOE murciano, ni siquiera hizo mucho hincapié en ello. Llamaba a «ponerse detrás» del vencedor. Y al final el vencedor fue su señorito. Ahora es de esperar que María González Veracruz, su hija, vuelva a ser de las primeras de la clase. Miguel Iceta, que había subrayado la neutralidad del PSC en la elección, votó en una sede con bandera republicana. Ximo Puig había dicho que ayer era «un día de alegría democrática». Abel Caballero señaló que Susana era la mejor candidata. Y Fernández Vara estaba convencido de que ganaba el PSOE, tras depositar su papeleta en uno de los 3.000 centros de votación del partido. El PP andaluz exigía un relevo de Susana Díaz en Andalucía, que según la formación política era «la clara derrotada» del proceso de primarias. Hombre, pues hizo doblete, también fue derrotada ella en lo de ayer. En EE.UU. tampoco ganó una mujer, aunque estuviera cantada. Lo de Sánchez ha sido nuestra aportación a lo imprevisible (nuestro Trump, nuestro Brexit).

Lo primero que hizo Mariano Rajoy en la aciaga noche de Susana fue felicitar al Real Madrid y a toda la afición madridista. Y al fin y al cabo, saliera lo que saliera en el PSOE, a él le va bien. «Susana, sé fuerte», tuiteó Gabriel Rufián. Antonio Miguel Carmona, «cheerleader» de Susana, vaticinó por la mañana: «Vamos a elegir a la próxima secretaria general». Pedro Sánchez, que no ha necesitado disfrazarse como Jack Lemmon, podría decirle. «Soy un hombre». Nadie es perfecto. Pero fue el único de los tres candidatos que se cambió de ropa para ir a Ferraz. De la camisa de cuadros a la camisa blanca de de su victoria.

Ver los comentarios