Embajadores de la UE se quejan de que la Generalitat les miente

Critican que Puigdemont falsee datos y airee reuniones para su propaganda independentista

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Distintos embajadores de la Unión Europea en España, que visitan al presidente de la Generalitat de Cataluña como a cualquier otro presidente de las otras comunidades autónomas, están muy disgustados con el trato que les ha dispensado el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. «Primero nos suplica un encuentro, y luego nos miente como si creyera que somos idiotas», dice uno de ellos, visiblemente indignado.

En su propósito de internacionalizar el llamado «proceso», mediante el que el que Convergència, Esquerra y la CUP esperan obtener la independencia de Cataluña, primero Mas y luego Puigdemont solicitaron entrevistas con los embajadores en España de las principales potencias mundiales, especialmente las que conforman la Unión Europea. «El primer error de la Generalitat es creer que España prohíbe o boicotea este tipo de reuniones, cuando la verdad es que el ministro de Exteriores no pone ninguna pega en celebrar encuentros con todos los presidentes regionales sin excepción y mantener con ellos una relación fluida y normal».

Otra cosa es, explican, «la conserjería de Romeva. Varios colaboradores suyos han pedido el traslado porque no tienen nada que hacer. No hay actividad. Nadie le recibe, es cierto, porque en territorio internacional los Estados tratan con Estados y por lo tanto, los oficiales de la Generalitat —que es una broma que se llamen 'embajadores'— están siendo ninguneados. ¿Qué se esperaban? La UE es algo serio, aunque a veces no lo parezca. Además, su acción en general como oficinas de la Generalitat en el extranjero es bastante pobre, por falta de presupuesto. Que tengamos nuestra propia estrategia no significa que no tengamos la más completa información sobre cada tema».

Pero los dos reproches fundamentales de los embajadores son «las mentiras» y «la falta de discreción de la Generalitat». «Nosotros», señala uno de ellos, «acudimos a cada reunión con la lección aprendida y conociendo las cifras, y resulta ofensivo que el presidente falsifique los datos, y los hechos, para la propaganda de su causa. Las cifras del déficit fiscal que difunde la Generalitat son una intolerable exageración de la realidad».

En este sentido, el embajador de un país nórdico recuerda que «no mentir es la primera norma de la diplomacia. Si mientes, ni que sólo sea una vez, pierdes toda la credibilidad, que es lo que a los independentistas catalanes les está pasando».

La falta de discreción de una Generalitat ansiosa por difundir este tipo de reuniones, para dar la sensación que se avanza en algún tipo de reconocimiento internacional de la causa secesionista, irrita al conjunto de los embajadores, que ven en estas filtraciones una falta de lealtad y de seriedad por parte de Puigdemont y de sus colaboradores. «Que nos reunamos con un presidente o con otro no significa que estemos de acuerdo con él o que apoyemos su causa, y el modo irresponsable que ha tenido la Generalitat de publicitar a estos encuentros, lo ha dado a entender y esto es manipularnos».

Más de fondo, el embajador de uno de los países más importantes de la UE, explica que el independentismo catalán «vive en el error de creer que España es un país mal considerado en Europa, un país poco importante o desprestigiado. Es todo lo contrario: España es un país querido y respetado, la canciller Merkel tiene una inmejorable opinión del presidente Rajoy y de su vicepresidenta, lo mismo que el primer ministro Cameron: les valoran extraordinariamente el esfuerzo económico que han realizado, así como su incansable empeño por fortalecer la Unión».

Los embajadores de los países con empresas establecidas en Cataluña tienen un especial interés en dejar claro que «es responsabilidad de cada empresa abrir y cerrar sus plantas u oficinas comerciales donde les convenga, y según las circunstancias de cada momento. Hay más empresas extranjeras en Reino Unido y ninguna de ellas está presionando a sus gobiernos para claudicar ante el gobierno británico para que se quedan en la UE. Intentarán minimizar sus pérdidas y si no hay otra opción ajustarán o cerrarán sus operaciones allí. Con una Cataluña independiente ocurriría lo mismo».

De todos modos, señala otro embajador «nadie contempla ni siquiera remotamente la posibilidad de que Cataluña se independice, y por eso, a pesar de que la inestabilidad asusta a algunos, muchos continúan con su plan de inversiones dando por hecho que Cataluña seguirá siendo española».

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