José María Aznar y Mariano Rajoy juntos en la clausura del Campus FAES en Guadarrama
José María Aznar y Mariano Rajoy juntos en la clausura del Campus FAES en Guadarrama - AFP

Cuando los expresidentes perjudican a su partido

El papel de los antiguos líderes de las formaciones políticas es fundamental para mantener la confianza del votante

Madrid Actualizado: Guardar
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Las palabras de los líderes históricos tienen un efecto difícil de predecir durante una campaña electoral. El papel de un expresidente es referente en los partidos políticos y la unidad es uno de los ideales que cada formación persigue. Una unidad que, en ocasiones, no aparece en los momentos en los que más se necesita y que consigue mermar la confianza del votante. El papel que juegan los expresidentes del Gobierno es, en palabras del propio Felipe González, vital. Incluso, en una ocasión llegó a comparar su función con la de un jarrón chino: «No sabemos qué hacer con ellos porque son como jarrones chinos; son valiosos pero no se sabe donde ponerlos».

El enfrentamiento entre José María Aznar y Mariano Rajoy

se remonta al plantón que el expresidente dio a Rajoy en la Convención Nacional del partido en septiembre de 2014, cuando Jaime Mayor Oreja había renunciado a encabezar la lista del PP a las elecciones europeas. El distanciamiento se evidenció tras las elecciones catalanas de 2015, en esta ocasión Aznar apuntó que era el «peor resultado» del PP. Una reflexión tras la que invitó a su partido a llevar a cabo una renovación interna, algo que ha repetido en más de una ocasión.

Una oposición al liderazgo de Mariano Rajoy que el expresidente del Gobierno ha endurecido con el paso de los años. El último episodio lo ha protagonizado el pasado 20 de mayo cuando, en un acto organizado por el Consejo General de Economistas de España, señaló como un «grave error» relajar la corrección del déficit público. Una afirmación en referencia a las políticas económicas puestas en marcha por el Ejecutivo de Mariano Rajoy.

Desencuentros en el PSOE

Pero el distanciamiento entre los nombres primera fila no solo se da entre los populares. Entre Pedro Sánchez y José Luis Zapatero la relación ha cambiado desde la proclamación de Sánchez como secretario general del PSOE.

La intención de Sánchez de reformar la Constitución, en concreto el artículo 135, hizo que Zapatero cambiase de candidato y en enero de 2015, apuntase a Susana Díaz como la mejor opción para liderar a los socialistas dado que Sánchez no contaba ni con la «experiencia, ni con el programa». Otro ejemplo del distanciamiento entre estos dos políticos fue la reunión de expresidente del Gobierno con Pablo Iglesias a espaldas del actual líder de los socialistas, al Zapatero comunicó su encuentro con el líder de Podemos días después de haberse celebrado. Unas diferencias que, aunque se mantengan, se disimulan en campaña electoral: Zapatero acudió, junto a otros nombres propios del partido, a un acto de precampaña de Sánchez en Madrid el pasado 22 de mayo

Con una estrategia menos agresiva, Felipe González también ha mostrado sus diferencias con Pedro Sánchez. El pasado mes de enero, Felipe González abogaba por un pacto entre PP, Ciudadanos y PSOE. Aunque declaró que él no iba a aconsejar a Sánchez con quién pactar tras el 26-J. Un tono relajado que el histórico socialista no ha mantenido con José Luis Rodríguez Zapatero del que llegó a decir en una entrevista que «debía haber dimitido en 2010».

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