Para Tom Slee la economía colaborativa tiene poco de colaborativa
Para Tom Slee la economía colaborativa tiene poco de colaborativa - ABC

Tom Slee, contra Airbnb y Uber: «No se puede confiar solo en las decisiones de los consumidores»

El investigador canadiense, especialista en tecnología y temas sociales, es autor del ensayo «Lo tuyo es mío: contra la economía colaborativa», en donde intenta mostrar los efectos perversos derivados de esta moda

MADRID Actualizado: Guardar
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La economía colaborativa goza de un aura casi incuestionable, y la juventud, siempre a la última y siempre precaria, ha aprovechado las posibilidades que esta brinda sin angustiarse demasiado sobre sus derivadas más oscuras. Aunque haberlas «haylas», explica el investigador canadiense Tom Slee. ¿En qué consiste esto de economía colaborativa? Se trata, recordemos, de una economía alternativa que utiliza las nuevas tecnologías para realizar interacciones, a veces comerciales, y en donde el individuo raso puede convertirse en todo un emprendedor (o «emperdedor», en el imaginario del dibujante Miguel Brieva). Airbnb, Uber o Blablacar son ejemplos bien conocidos de esta moda. Pero para Slee esto de economía colaborativa tiene poco de colaborativo y ha escrito un libro llamado «Lo tuyo es mío: contra la economía colaborativa» (ed.

Taurus) en donde intenta demostrar la perversidad camuflada de sus máximos exponentes.

- Airbnb se inspiró en Wikipedia pero luego degeneró, asegura.

Gran parte de la esperanza y el idealismo vinculados al inicio de internet se construyó alrededor de la idea de que su arquitectura descentralizada y abierta llevaría a una descentralización similar del poder. Algunos vieron a Wikipedia, Linux y otros esfuerzos colaborativos una nueva forma de producción, fuera del Estado y fuera del mercado. Pero ahora hemos visto que el modelo de plataforma, donde una sola compañía posee y controla todo, puede producir centralización y concentración de poder. Creo que eso es lo que está pasando con Airbnb, que utiliza su influencia para desafiar a los gobiernos municipales de todo el mundo.

- En su libro, un funcionario parisino comenta: «El centro de nuestra ciudad está vacío, cada vez hay más turistas».

Ese es ciertamente uno de los problemas. Por supuesto, el turismo tiene más raíces que solo Airbnb, y hay más mercado de la vivienda que Airbnb. Nunca diría que la compañía es la única causa de las tensiones que han surgido en torno al turismo, pero sí las empeora. El caso de París ( que se imita en Barcelona y Lisboa y algunas otras ciudades turísticas importantes) es un ejemplo extremo, pero la escala y la concentración es, sin duda, uno de los grandes problemas. El número de anuncios en París, por ejemplo, ha alcanzado los 60.000 y hasta ahora no hay signos de desaceleración: inevitablemente esto se convierte en un problema en algún momento.

- El impacto de Airbnb es relativamente insignificante en las cadenas hoteleras. ¿Quiénes son las principales víctimas?

Estoy de acuerdo contigo aquí. El debate alrededor de Airbnb, a menudo, ha sido enmarcado como Airbnb vs las grandes cadenas hoteleras, pero no creo que esa es la historia real (y para ser honesto, no me importa mucho la gran industria hotelera). Por ejemplo, a pesar de sus esfuerzos Airbnb no ha provocado una gran merma en el mercado de los viajes de negocios, que es de donde viene la mayoría de los ingresos de las cadenas hoteleras. Incluso hemos visto que algunas cadenas hoteleras invierten en competidores de Airbnb. Los hoteles que más han sufrido son los más pequeños e independientes y los propietarios de Bed & Breakfast, que van encaminados al mismo tipo de viajero.

- La economía colaborativa anima a la gente a «confiar en sus vecinos».

Hay mucho lenguaje en torno a la confianza, y creo que es engañoso. No hay más «confianza» en contratar un servicio de limpieza a través de internet que a través del teléfono. Los sistemas de valoración que utilizan la mayoría de las plataformas de «economía compartida» son básicamente herramientas de vigilancia.

- ¿Cuál es la contradicción de la economía colaborativa?

En el propio nombre (en inglés es «Sharing economy»): compartir implica generosidad y altruismo, mientras que la economía sugiere un intercambio comercial interesado. Si bien esta tensión está presente en muchos de nuestros intercambios, la afluencia de miles de millones de dólares en fondos de capital de riesgo, o, en el caso de Uber, las inversiones de Arabia Saudí y Rusia, lo convierten en una contradicción fatal.

- ¿No deberíamos usar Airbnb o Uber?

Tengo muchos amigos que han utilizado Airbnb, y yo he utilizado un servicio similar (HomeAway) un par de veces. No creo que debamos ver la acción del consumidor como una manera de influir en estas empresas, y por eso no me gusta juzgar a las personas que las utilizan.

- Hollywood está ubicado en un lugar físico concreto, y las compañías de Silicon Valley también. Sin embargo, estas últimas representan la vanguardia de lo etéreo.

Este es otro de los casos en los que internet debería producir descentralización (porque las distancias son irrelevantes), pero donde la realidad ha sido al final una gran concentración de poder, dinero e influencia. Creo que hay una lección en lo importante que es Silicon Valley respecto a otras afirmaciones que se vierten sobre la descentralización en internet: tanto en la localización física como online hay grandes economías de escala que conducen a la concentración.

- Dice que el lenguaje promocional de estas compañías «está vacío de contenido». ¿Como la publicidad de toda la vida, no?

Sí, los esfuerzos de marketing de Airbnb y Uber no son tan diferentes de otras marcas globales: son sofisticadas campañas que apelan a nuestra autoimagen más que proporcionar información concreta. Airbnb contrató a Douglas Atkin, autor de un libro titulado «El culto de las marcas: Convierta a sus clientes en verdaderos creyentes», para dar forma a su «comunidad». Así que ellos saben exactamente lo que están haciendo.

- La Comisión Europea, en un informe del año pasado, recomendaba a los Estados miembros abrir las puertas a estas plataformas. En España, pocos días después, la CNMC publicó otro informe en el que detallaba que se habían dejado de recaudar 324 millones por no limitar su actividad.

Hasta hace un año, parecía que era inevitable colaborar con las plataformas de economía colaborativa, pero pienso que esto se esta diluyendo. En el tema impuestos, Uber y Airbnb han desviado sus ingresos a través de sus filiales para evitar pagar impuestos en el país donde el anfitrión realmente vive, y eso parece que sienta un muy mal precedente. Uber y Airbnb dependen de las ciudades con una infraestructura próspera de carreteras, vivienda y servicios, pero, a pesar de lo que afirman, realmente no contribuyen. Eso necesita cambiar.

- Dice que el compromiso de Uber con los lugares donde trabaja es mínimo. Pero eso lo penalizarán (o no) los consumidores, ¿no?

Como dije antes, creo que no es una buena idea confiar sólo en nuestras elecciones como consumidores: nuestros roles de ciudadanos y trabajadores también necesitan una voz. He hablado de Uber como parásito en las economías locales: no contribuyen (por ejemplo, a través de impuestos) y no juegan un papel colaborativo con las ciudades que tratan de construir para el futuro. Que Uber use el dinero estadounidense, ruso y saudí para animar a sus conductores a romper leyes democráticas me resulta notable: es el peor tipo de comportamiento imperial americano, creyendo que sabe lo que es mejor para todos.

- Uber se vende casi como una revolución «win-win», que incluso sus conductores ganan mucho dinero, más que los propios taxistas.

Las estimaciones de lo que ganan los pilotos Uber han caído rápidamente en los últimos dos años. El hecho de que las protestas de los conductores de Uber se hayan convertido en un lugar común es una señal de lo poco que están ganando ahora: un conductor bien pagado no protesta. En este momento, Uber está recaudando alrededor de 3.000 millones de dólares al año en ingresos y gastando 6.000 millones, por lo que está perdiendo dinero de manera masiva. Algunas personas dicen que su éxito estriba, en gran parte, porque subsidian los paseos en su plataforma, y yo estoy de acuerdo. Nos olvidamos de que Uber todavía no ha encontrado un modelo de negocio sostenible y rentable. Tal vez sea Uber Pool (paseos compartidos) o, tal vez, los coches de conducción autónoma o quizás los coches voladores... Pero creo que las ciudades deben pedir ver las cuentas antes de aceptar que Uber es una revolución win-win para todos.

- Cuenta que están fuera de las regulaciones laborales. Los conductores no tienen salarios, se costean el material,... Solo pagan si hay trabajo.

Esta práctica, ciertamente, le ahorra dinero a la compañía.

- Otro tema muy interesante son los sistemas de calificación. Hay un capítulo de «Black Mirror» que toca esto, de hecho. ¿Lo conoce? ¿No cree que favorece el chantaje del consumidor al trabajador que depende de ese sistema de reputación?

Este tipo de chantaje ocurre todo el tiempo. He escuchado a anfitriones de Airbnb que sienten que no pueden quejarse de huéspedes exigentes porque podrían obtener una mala crítica, y los conductores de Uber pueden perder sus puestos de trabajo debido a prejuicios y expectativas irrazonables. El episodio «Black Mirror» es muy bueno, y también lo es la novela «Una súper triste historia de amor verdadero», de Gary Shteyngart, en la cual la gente valora a otra por la personalidad, la sostenibilidad (apariencia de riqueza) y «follabilidad».

- Ha escrito el libro porque se siente traicionado.

Crecí en una familia del Partido Laborista en el Reino Unido, así que tengo bagaje y actitud socialista o, por lo menos, socialdemócrata. Las empresas de economía colaborativa utilizan un lenguaje que me atrae: el intercambio, la comunidad o la sostenibilidad sin necesidad de grandes corporaciones anónimas. Pero después siento que han traicionado las promesas que hicieron y han estado usando este lenguaje para explotar los ideales de muchas personas (especialmente los jóvenes).

- ¿Hay algún ejemplo positivo de economía colaborativa?

Sí, muchos. Si dejamos de lado internet, el movimiento cooperativo tiene una larga historia (Mondragón es un ejemplo destacado) y las ciudades mismas tienen una historia de proporcionar bienes compartidos como bibliotecas y parques y tránsito público. Personalmente, siento que BlaBlaCar tiene un estilo mucho más positivo que Uber y Airbnb. Si bien es una compañía de viaje compartido, sus conductores no pueden obtener un beneficio de la conducción por lo que esto elimina muchos de los retos de competitividad y de seguros. Sé que ha habido controversia alrededor de BlaBlaCar en España, pero pienso que es un negocio razonable.

- ¿Qué le diría a aquellos que dicen que exageras?

Aquellos que afirman que los críticos de la economía compartida exageran tienen dificultades para poner sobre la balanza esa idea con sus propias afirmaciones exageradas de que la economía compartida es el futuro del trabajo y el futuro del comercio.

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