Garamendi, en un momento de la entrevista
Garamendi, en un momento de la entrevista - LUIS ANGEL GOMEZ

«Los corruptos crean empresas para delinquir pero no son empresarios»

Entrevista con Antonio Garamendi, candidato a presidir la CEOE

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Nacido en una familia de empresarios vascos, Antonio Garamendi lleva media vida en las organizaciones patronales, desde que fundase junto a otros de su misma «especie» la Asociación de Jóvenes Empresarios Vascos. José María Cuevas vio algo en él y le situó en su núcleo cercano de colaboradores. Afable, buen conversador, enamorado de la industria, moderado en todos sus planteamientos, Garamendi cree que «hay partido» en la carrera por la presidencia de CEOE y que esta organización necesita «una regeneración, un rearme ético».

—¿Cómo se pasa de la noche a la mañana a ser candidato a la presidencia de la CEOE?

—Estas cosas nunca suceden de la noche a la mañana. Dirigentes de organizaciones de la patronal me lo propusieron y acepté.

Es el caso de Confemetal. Esas organizaciones deben adoptar ahora el acuerdo en sus órganos de gobierno y prefiero que sean ellas las que lo digan.

—Recuérdeme cómo entró usted en ese complejo mundo de la patronal.

—Hace ya muchos años. El inicio fue cuando me junté con un grupo de amigos que habíamos coincidido en la inquietud de montar empresas. Un día decidimos pedir una entrevista a quien entonces era presidente de la patronal vasca, José María Vizcaíno, para decirle que queríamos montar una asociación de jóvenes empresarios y que nos gustaría contar con su apoyo. Nos lo dio y allí empezó todo.

—La CEOE tiene un pasado reciente digamos que convulso. Al encarcelamiento de su anterior presidente, Gerardo Díaz Ferrán, le han sucedido irregularidades en las empresas de Arturo Fernández y ahora su implicación en las tarjetas «B» de Caja Madrid. El vicepresidente Jesús Terciado también ha estado implicado en asuntos poco transparentes. ¿Están ustedes en crisis?

—Necesitamos una regeneración. Quizá en estos últimos años hemos sufrido un desgaste por este tipo de situaciones; y quizá CEOE no ha estado a la altura de las circunstancias.

—¿Rosell ha sido blando al actuar ante algunos escándalos?

—El presidente ha pensado que elaborando un código ético se solucionaban los problemas, pero no es así. En realidad, ese código ético se ha convertido en un código estético, porque debería haber estado acompañado de decisiones. Los casos de corrupción que de alguna u otra manera han afectado a CEOE han dañado su credibilidad y su capacidad de influencia. Y han hecho daño a la organización y a los empresarios. Por eso creo que la respuesta debería haber sido clara, contundente, sin lugar a la duda.

—Hay quien acusa a Rosell de compartir poco sus decisiones.

—En algunas ocasiones nos hemos encontrado con que había alcanzado acuerdos antes incluso de someter los temas a la consideración y el debate en los órganos de gobierno de CEOE. Es el caso, por ejemplo, del acuerdo que alcanzó sobre la ley de cámaras. Por eso quienes respaldan mi candidatura creen que debemos iniciar una nueva etapa presidida por la transparencia.

—¿Cómo valora las relaciones de la CEOE con el Gobierno?

—En ese tema estamos obligados a ganar independencia. Ha sido una etapa de buena relación, quizá porque no se le ha dicho «no» al Gobierno en algunas ocasiones en que era necesario hacerlo.

—¿Ha sondeado usted su candidatura en los aledaños de La Moncloa?

—Si se refiere a pedir permiso, rotundamente no. No tengo por qué hacerlo. Pero sí he hecho llegar al Gobierno la idea de que mi voluntad es la de mantener la lealtad institucional y que mi vocación es llegar a acuerdos.

—¿Le preocupa no ser el candidato oficial, el aupado por el aparato?

—Me parece mucho más divertido ser un candidato que no tiene un aparato detrás. Me presento con el apoyo de algunas organizaciones y muchas ideas y ganas de cambiar las cosas. Creo que es lo fundamental.

—¿Coincide usted con la idea de que detrás de cada político corrupto hay un empresario que corrompe?

—Los corruptos montan empresas para delinquir, para que les sirvan como instrumento de su tropelía. Pero a éstos no se les puede llamar empresarios. Son otra cosa.

—Dicen que usted pertenece a eso que se denomina «el grupo de dinosaurios que acompañaba a Cuevas».

—La verdad es que me encantaría recuperar para la CEOE el grado de influencia que tuvo cuando la presidía José María Cuevas. Algo que hemos perdido.

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