CÁDIZ CF

Mirandés-Cádiz CF (3-2): El árbitro le roba la ilusión al Cádiz CF

Saúl Ais Reig arrebata un triunfo claro a los amarillos que ganaban en una primera parte primorosa pero cedían ante la expulsión de Santamaría y un penalti discutido

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Momento en el que Ais Reig expulsa a Santamaría en Anduva.
Momento en el que Ais Reig expulsa a Santamaría en Anduva.

Indignación absoluta. Impotencia mayúscula. El Cádiz CF, ultrajado en Miranda. La historia se repite, no tan cruel, pero con un punto más de descaro. Saúl Ais Reig privaba a los amarillos de su primera victoria en el regreso a Segunda con un arbitraje traicionero, parcial en grado sumo, contumaz hasta para derribar una muralla.

El bloque de Cervera se marcaba una primera media hora primorosa, manejando todos los conceptos futbolísticos. Orden defensivo, mando en el control del juego con y sin balón, y eficacia en ataque. Con los goles de Ortuño y Salvi marcaban el camino del triunfo.

Entonces, aparecía el colegiado alicantino. Alicante. Expulsaba a Santamaría por un leve agarrón, con la segunda amarilla. La primera, que cogía a todos despistado, ¡¡¡por beber agua!!! en el gol del sanluqueño.

Pero había más.

La desfachatez se multiplicaba en la segunda mitad cuando, al comprobar que el Mirandés no reaccionaba y hasta temía el tercer gol en contra, señalaba el punto fatídico por un forcejeo de Jon Ander Garrido. Demasiado 'pal' cuerpo. El Cádiz CF se descomponía y observaba con tremenda impotencia cómo los rojillos se regodeaban con los tres puntos que estaban en la zamarra cadista. Al gol mal anulado en Almería se le suma este nuevo episodio y sólo en tres encuentros. Ajo y agua, que diría aquel.

Quién aventuraría ese final en ese inicio vibrante. Con una veteranía impropia de un recién ascendido, con un ensambaje atípico ante tanto fichajes, el Cádiz CF golpeaba de manera contundente nada más salir al tapete de Anduva. El Mirandés salía despistado y los amarillos sorprendían con su juego previsible pero difícil de contrarrestar.

Balón a la izquierda para Alvarito, que recibía con demasiada facilidad y mucho espacio por delante para meter el balón al área. Kijera remataba sobre su propia portería, Sergio despejaba y Ortuño, quién si no, recogía el rechace para colocar al Cádiz CF por delante.

Sin tiempo aún para evaluar a las dos escuadras, el tanto del yeclano desbarataba los planteamientos iniciales y cogía a contrapié al cuadro de Terrazas, desnortado en esos primeros compases. Salvi pretendía hacer más sangre pero el zaguero rojillo desviaba con los tacos su lanzamiento, y Brian Oliván se sacaba un chutazo del pernil que rozaba la escuadra.

El Cádiz CF se gustaba. Cedía la bola al contrincante, con la luz apagada en mediocampo, y robaba para salir rápido a la contra. La comodidad con la que se movían los visitantes hasta le permitía dar un paso adelante y empezar a dominar con el esférico como no se le recuerda en la 'era Cervera'.

Mantecón y Garrido mandaban en la medular, y desde la sala de máquinas hilvanaban un gol de ensueño. Combinación tras otra, apertura de Ortuño a banda para Salvi y el sanluqueño la engancha a bote pronto para marcar el tanto de la jornada y por ahora de la temporada. Vaya golazo.

Qué bonito todo. Qué fácil. Pero no, despierten. Esto es el Cádiz CF, y no todo puede salir bien, aunque los amarillos prolonguen su estado de gracia. Con la victoria en el bolsillo en la primera mitad, mandando e imponiendo su hegemonía, el colegiado nivelaba la contienda desigualando el enfrentamiento.

Un leve agarrón de Santamaría, que se lo podía haber ahorrado, le costaba la segunda amarilla para sorpresa de todos pues nadie había visto la primera. Expulsión con casi una hora por delante, y con la sombra del colegiado ennegreciendo el juego cadista.

Los alumnos de Cervera se aplicaban la lección y contenían los tímides ataques de un Mirandés desconocido.

Resistir es vencer. 45 minutos para sumar la primera victoria. Aguantar atrás y soltar un latigazo, como el que mandaba Alvarito a la red pero por fuera. Pero la expulsión no había sido suficiente. Saúl As Reig, el señor de negro, empujaba un poco más al Mirandés concediéndole un penalti muy discutido por agarrón leve de Garrido al atacante rojillo.

La jerga futbolística obliga a utilizar expresiones tales como 'robo', 'atraco' o 'estafa'. Eso sentían jugadores y aficionados del Cádiz CF, desesperados ante tamaña justicia. Todo su esfuerzo se colaba por el sumidero por mor de la actuación de un trencilla que hacía sangre y utilizaba todos sus medios para recortar la ventaja amarilla.

El equipo gaditano se salía del choque y sufría la tromba protagonizada por el Mirandés, que observaba la hemorragía y profundizaba en la herida con el segundo tanto, esta vez de Mesa. Cervera intentaba suturar el corte, pero ya era demasiado profundo.

Debutaban Abdullah y Sankaré, retirando a los dos puñales, Alvarito y Salvi. La condena. El Cádiz CF se quedaba sin cabeza y pronto le cortaban los pies. Un centro desde la izquierda lo cabeceaba Guarrotxena al fondo de las mallas, enclavado entre Servando y un despistado Sankaré.

El árbitro, el Mirandés, daba la vuelta al marcador. La entrada de Nico Hidalgo en el terreno de juego no ofrecía un resultado dispar. El Cádiz CF hacía ya tiempo que yacía sobre el verde, desangrado tras los hachazos de Saul As Reig. Sólo queda aprender y valorar el juego de un equipo loable mientras la justicia imperó sobre el reino de Anduva.

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