Alberto Contador en el pelotón
Alberto Contador en el pelotón - AFP

Tour de FranciaLa siesta revive a Contador

La tercera etapa fue como una sesión de rehabilitación para el de Pinto. Sus compañeros bromean con su mala suerte

Angers Actualizado: Guardar
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Como la tercera etapa se ha puesto a echar la siesta y llegará media hora tarde, en la sala de prensa del Tour reparten cócteles de Cointreau. Con lima, con frutas, con hierbas. El Cointreau lo hacen aquí, en Angers. Es como si saliera del grifo. Hay de sobra, como el tiempo hasta que lleguen los ciclistas. Un trago. A la etapa sólo le quedan dos dudas. Una: ¿quién ganará el sprint? Y dos: ¿se caerá de nuevo Contador? Ganó Cavendish, que batió a Greipel por dos dedos y que ya tiene 28 victorias, como Hinault. Y no, esta vez no patinó Contador.

«He librado -suspiró-. Voy a que me sigan curando». Corría tras cruzar la meta.

Tiene prisa. La montaña se acerca y antes se quiere quitar la cojera. No tuvo tiempo para un sorbo de Cointreau, el licor en el que flotaba la sala de prensa. El brindis lo había hecho la noche anterior.

«Cuidado, Alberto»

Peter Sagan, líder del Tour, se dirige a Contador en la mesa donde el equipo Tinkoff cenó el domingo. Sagan desenrosca una botella de champán para celebrar la etapa que viene de ganar. «Cuidado, Alberto», le guiña el ojo. «Que con la mala suerte que estás teniendo, seguro que te pego con el corcho en un ojo». Risas en el menú. Hasta Contador, la víctima de esa broma y de toda de la mala suerte del Tour, se suma a la ola de esa carcajada, pese a que eso le remueve el dolor que le recorre el cuerpo de norte a sur. Tras un leve trago de burbujas se va a la cama.

La tercera etapa fue para él como una larga sesión de rehabilitación: cinco horas largas de paseo y «media hora de locura, a 70 por hora». Así resumió Contador los largos 223 kilómetros que fueron sobre rectas desde Granville hasta Angers. Aunque el que mejor se aprendió el recorrido fue Armindo Fonseca, el único bretón del equipo de Bretaña.

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