Estatuas frente a la Casa Natal de Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares
Estatuas frente a la Casa Natal de Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares - Wikimedia

El Quijote oculto, ese libro «chapucero» lleno de erratas que se escribió en una cárcel

Como explica Nieves Concostrina en su libro «Menudas Quijostorias» (La Esfera de los Libros), Miguel de Cervantes recibió una cifra ridícula a cambio de una de las obras maestras de la literatura. La impresión se hizo a la carrera y de forma cutre

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El nacimiento de «El Ingenioso Hidalgo Don Quixote de la Mancha» tiene poca literatura donde rascar. Pocos aspectos que puedan maquillar que, en verdad, las cosas se hicieron deprisa y corriendo y que el autor cobró una miseria a cambio de los derechos de una de las grandes obras de la literatura universal. Por no hablar de las duras condiciones penitenciarias en las que Miguel de Cervantes, veterano de la batalla de Lepanto, escribió la novela.

Como explica Nieves Concostrina en su libro «Menudas Quijostorias» (La Esfera de los Libros), existe debate entre los historiadores sobre en qué prisión se escribió el Quijote, si fue en la Real Cárcel de Sevilla, en la de Argamasilla de Alba o en otro lugar, pero no hay duda de que aquella oda a la libertad la redactó bajo cautiverio.

Si fue en Sevilla lo hizo cuando cumplía una condena por no ingresar en las arcas del Estado el importe completo de una recaudación real para financiar la mal llamada Armada Invencible. Un juez corrupto llamado Gaspar de Vallejo le impuso una condena exagerada y una fianza tan desorbitada que incluso el Rey, Felipe II, le pidió que reconsiderara la pena. No hubo forma.

Portada del libro «Menudas Quijostorias»
Portada del libro «Menudas Quijostorias»

La cárcel de Sevilla era conocida por las condiciones extremas en las que vivían los presos. Cervantes escribió su novela entre piojos, chinches, pulgas, mala comida, agua sucia y delincuentes de la peor calaña. O al menos al principio tuvo esa compañía. Lo primero que se hacía era meter a los nuevos con los delincuentes más salvajes para sugerir de forma poco disimulada que, con sobornos, era fácil mejorar las condiciones. El hecho de que tuviera papel y tinta en su celda demuestra que se valió de ducados para escribir con no tantas privaciones su obra maestra.

En cualquier caso, ni la de Sevilla ni la de Argamasilla fue su primera estancia en prisión. Cervantes visitó la cárcel al menos cuatro veces: en Argel cuando estuvo preso de los Turcos; en Castro del Río (Córdoba) y dos veces en Sevilla, aunque la segunda nunca se ha podido probar.

Una edición «chapucera»

Seis años antes de su primera impresión el libro era ya conocido en forma de novela corta con un par de historias inconexas. Esto había sido posible porque alguien había hecho circular varios manuscritos copiados a mano, despertando cierta expectación popular para que las historias continuaran en algo más sólido. Desde luego Cervantes, que no había cobrado ni un céntimo por la obra, también estaba por la labor de ampliar la obra, darle estructura de novela y ponerla a la venta. Un librero de Valladolid, Francisco de Robles, conocía el texto cuando era un manuscrito y sabía que podría gozar de éxito una vez publicado. Él recogió el guante.

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