Nuria Barrios: «Colleen McCullough era una escritora de imaginación prodigiosa, fértil, obsesiva e intrépida»

Tuve una época homérica en la que leía y releía la Ilíada y la Odisea. Como en toda obsesión que se precie, no me bastaba con Homero, sino que devoraba todas las versiones que caían en mis manos. Así fue como encontré, en edición de bolsillo, «La canción de Troya», de Colleen McCullough. Esa escritora australiana era la autora de «El pájaro espino», uno de esos best seller románticos con ventas ¡homéricas! Afortunadamente yo no lo había leído, así que abrí «La canción de Troya» libre de prejuicios y… ¡Me encantó! Allí estaban la Odisea y la Ilíada narradas con ritmo, audacia, vigor y amor, tanto como el que yo sentía hacia esos dos libros impresionantes. McCullough, que murió hace un año, era una escritora con una imaginación prodigiosa, fértil, obsesiva e intrépida y con un físico a su medida: un rostro franco y jovial y un cuerpo que Nietzsche no habría dudado en calificar de dionisíaco. Era igual que Janis Joplin con sobrepeso.

Tuvo una vida intensa y apasionada: estudió medicina, fue profesora e investigadora de neurofisiología en Yale antes de iniciar su carrera como escritora, vivió en una isla paradisíaca y se casó con el hombre que construyó su casa, al que ella describía como «en parte príncipe samoano, en parte devoto marido». Reencarnarse en Colleen McCullough, why not?