SOMOS DOSCIENTOS MIL

FELIZ NAVIDAD

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Fuera del contexto habitual en el que se mueve este cronista, entregado desde hace ya varios meses a las columnas dominicales, hoy sábado acudo a estas líneas por tres motivos fundamentales. En primer lugar, porque este domingo es Navidad y el próximo será Año Nuevo. Como saben, siguiendo ancestral costumbre de la prensa española, en ambas festividades no se publica la prensa diaria. Tras esta costumbre no se esconde otra cosa más que el deseo de quiénes se dedican al noble arte del periodismo, de disfrutar estas tradicionales celebraciones como Dios manda, es decir en compañía de los seres queridos. Ello, de algún modo, obliga a apartar el trabajo siquiera por unas horas. También tienen derecho las criaturas.

El segundo motivo es porque tampoco es plan de estar casi quince días alejado de aquellos lectores que, me consta, son fieles a las humildes líneas que salen -iba a decir de mi pluma-, pero realmente lo hacen desde el teclado de mi ordenador.

Incluso existe un tercer motivo, mucho más crematístico y es que, como no podía ser de otra forma e incluso habrán adivinado, el pasado jueves no me tocó el gordo de la Lotería de Navidad. Ni siquiera el segundo, el tercero, los dos cuartos o los ocho quintos premios. No sé quien fue la lumbrera que me animó a jugar a los números 5 y 9 cuando este año el número 8 se ha erigido en gran protagonista del sorteo de lotería por antonomasia. Dicen los expertos en esto de los juegos de azar y otras artes adivinatorias, que había muchas posibilidades de que saliera el 8, como finalmente ha sido. Sin embargo yo en esto, como en muchos otros temas, me muestro bastante escéptico. Considero que estando todas las bolitas en el bombo, en principio nada puede inclinar la balanza de la suerte a favor de una u otra terminación.

Por cierto que, hablando de la Lotería de Navidad, me van a permitir un ligero apunte ácido con relación a dicho sorteo. Si tuvieron la oportunidad de seguirlo, comprobarían que la gran mayoría de cuántos niños y niñas participaron en dicho sorteo, cantando los números y los premios, tenían nombre tales como: Magette, Janet, Johan, Camila, Joel o Noyeli. A veces parecía estar oyendo los nombres de la plantilla de cualquiera de los servicios de atención al cliente de las operadoras de telefonía móvil de nuestro país. De hecho, he leído en los comentarios de la web de determinada emisora de radio que, por las nacionalidades de tales niños, se debería cambia el tradicional nombre de Niños de San Ildefonso, para pasar a convertirse en Niños de San Wilson Ildefonso Kevin Orlando. De ese modo nos acercaríamos mucho más a la realidad de este país, donde es fácil echar de menos que el tradicional sorteo de la lotería de navidad sea cantado por nuestros tradicionales Pepe, Manolo, Juan, María del Carmen o Dolores de toda la vida de Dios.

Entiendan que el anterior comentario, aunque pueda ser políticamente incorrecto, simplemente pretende transmitir una poquita de guasa, que no es malo en Navidad, como también se puede tener cierta sorna con el alumbrado extraordinario que ha puesto nuestro Ayuntamiento adornando la navidad jerezana. Una cosas es ahorrar, algo muy necesario con la actual crisis, pero otra muy distinta es que uno salga a dar una vuelta, vea el alumbrado de determinadas calles y más que llenarse de espíritu navideño, le entren unas ganas locas de ponerse a llorar en cualquier esquina.

Sin embargo, como decía, estamos en tiempos navideños y, en medio de toda esta vorágine festiva, no es plan de andar hablando de política, de economía, de problemas laborales, de nuestro Ayuntamiento, ni de ninguno de aquellos otros temas que componen lo que conocemos como actualidad. De hecho, como tenemos todo un año para hablar de ello, no será mala idea que entre tantos deseos de paz, de felicidad, de buena nueva, de próspero año y demás que se suceden durante estas fechas, aproveche estas líneas simplemente para transmitir mi más profundo deseo de felicidad a todos ustedes, sean o no lectores de LA VOZ -éstos se lo pierden-. Feliz Navidad.