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Faltan cómplices

«Con lo que no puedo estar de acuerdo, aunque esté resignado, es con que el PSOE nos vuelva locos»

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La más leal de las relaciones humanas no es el amor, que puede cambiar bruscamente de signo -o mía o la tumba fría- ni tampoco de la amistad, que siempre implica adhesión. Lo que hace falta a cualquiera, sobre todo si se dedica a esa pavorosa y necesaria tarea que llamamos política, es contar con cómplices consecuentes, o sea que sean dignos de atenerse a las consecuencias. En su primera acepción, el diccionario dice que cómplice es el que participa o está asociado en un crimen o culpa imputable a dos o más personas.

El uso normal y diario de las palabras, que no depende de la Real Academia, sino de la academia de la 'real gana', ha transformado el vocablo y ahora se entiende como cómplices a los que tienen la aspiración conjunta de seguir viviendo de un tinglado político, sea el que sea, que nadie sabe lo que va a ser de nosotros, los que solo tenemos un carné, el de conducir, y además está caducado.

La llamada revuelta del PSOE, que quizá no tenga vuelta de hoja en una larga temporada, se basa en evitar el congreso. El todavía presidente del Gobierno se aferra a las primarias. Yo, que no pinto nada, que he visto una España de muy diversos colores, también sería partidario de que se le preguntara a la gente qué es lo que quiere o qué es lo que no prefiere.

Con lo que no puedo estar de acuerdo, aunque esté resignado, es con que nos vuelvan locos. Nadie ignora que entre los discrepantes abundan los afligidos por un moderado cretinismo que en vez de un retraso electoral ha determinado un retraso mental.

Confieso que aún más que el pacto del señor Alierta, que tiene nombre de errata, con los sindicatos para aumentar los despidos, me ha entristecido ver las fotos de Carme Chacón compungida y eso que se dice «visiblemente emocionada». «Que tanto puede una mujer que llora», al decir de Lope de Vega. Pero es más grave ver contener las lágrimas a una ministra de Defensa. Le deseo ánimo. España y yo somos así, señora Chacón.