Artículos

MUY AMABLE, MINISTRO

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La propuesta de retirar el subsidio a los parados que rechacen las ofertas de trabajo corre cada vez más prisa, según el agobiado ministro del ramo, que se está quedando sin hojas. Celestino Corbacho hubiera preferido abordar la reforma cuando hubiera pasado la crisis, pero visto el panorama le han entrado las dudas de que la crisis pueda pasar. Muchos parados no pueden ponerse manos a la obra, ya que la construcción es uno de los sectores más decaídos, en dura competencia con todos los demás. ¿Qué puede hacerse si a los desempleados no les interesa nada de lo que les ofrece la Administración? No se puede continuar manteniendo el derecho a percibir prestaciones, pero tampoco puede continuar la farsa de llamar empleo a algunas ocupaciones. Todos los trabajadores son dignos, ya que no se deben medir por su brillantez, sino por su utilidad, pero existen ofertas indignantes. No se le puede facilitar una colocación a un violinista, aunque sea de una orquesta de cafetín, que consista en cortar jamón de pata negra. Tampoco se le puede ofrecer a un oftalmólogo un puesto de trabajo que tenga como misión buscar mierdas de noche.

Hay personas que se ven obligadas a rechazar las ofertas, no sin decir eso de «en mi hambre mando yo». El subempleo es la confirmación de un fracaso que no siempre procede de vocaciones equivocadas. Lo más habitual es que tenga su origen en una pésima planificación gubernamental. ¿Qué puede hacer Celestino frente a eso? Si hace números no le salen y si sigue haciendo ofertas le dicen que muchas gracias, que ha sido muy amable. La retirada del subsidio se ha triplicado entre enero y abril. Rechazar reiteradamente un trabajo debe ser punible si no se ajusta a la aptitud o a la formación de la persona. Y ahí viene el lío. Según la ley el empleo debe ser «adecuado». Condición que no se les exige a nuestros políticos.