Familiares y amigos lloran en las inmediaciones del Pozo Emilio del Valle de Llombera de Gordón. / J. Casares (Efe) | Atlas
TRAGEDIA EN LA MINA

El gas grisú fulmina a seis mineros en una mina de León

Según han informado fuentes del Servicio de Emergencias 112 de Castilla y León, se calcula que en la mina puede haber al menos diez personas afectadas por el escape de gas

LEÓN Actualizado: Guardar
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Carlos Pérez. 38 años. Natural de Bembibre. Casado y con dos hijos. José Luis Arias. 45 años. Pola de Lena. Casado y con dos hijos. Estaba a punto de jubilarse. Manuel Moure. Acababa de reincorporarse al tajo tras convertirse en padre de una niña. Son tres de los seis mineros, hasta hoy anónimos, que se dejaron la vida en la planta 7 de un pozo de la localidad minera de Llombera de Gordón que ya forma parte de la crónica más negra de la minería. Propiedad de la Hullera Vasco-Leonesa, el pozo Emilio del Valle acogió en sus entrañas el accidente más grave de los últimos 18 años. «Pensaba que esto era cosa del pasado. ¡Con la seguridad que hay ahora!», lamentaba un vecino en la bocamina buscando respuestas donde no las había. Antonio Blanco. 42 años. Vecino de León. Casado y con una niña. Roberto Álvarez. 35 años. De Garrafes de Torío. Casado y con una niña de dos años y un bebé de unos meses. Orlando González. La Pola de Gordón. Soltero. Vivía con su madres. Otras tres familias rotas.

Demasiados interrogantes abiertos que la investigación que inmediatamente se puso en marcha se encargará de cerrar. El hecho objetivo es que el gas grisú vuelve a acaparar grandes titulares después de año desterrado. De nada sirvió que los once mineros que a esa hora y en ese lugar se toparon con el «derrumbe de gas», como definen la gente de la mina al grisú, llevaran consigo la mascarilla, ese salvavidas que, ante un enemigo tan letal, les otorga unos veinte minutos para salir corriendo. Una emanación súbita y... Tragedia en la mina. Seis se quedaron allí mismo. A otros cinco la vida les dio una segunda oportunidad. Uno de ellos, de 38 años, permanece en estado crítico en el Hospital de León, donde también están ingresados los otros cuatro heridos. Dos de ellos se encuentran ahora en esta tesitura al no dudar en ir a auxiliar a sus compañeros.

La tragedia se produjo pasada la una y media de la tarde. Saltaron las alarmas, esa bocina que atraviesa el alma de los familiares y que anuncia lágrimas. Poco a poco, esposas, madres, amigos y compañeros se fueron acercando a este pozo, considerado como la joya de la Hullera Vasco-Leonesa, que da empleo a unos 400 trabajadores, de los que 116 se encontraban en su interior en el momento del accidente.

Se vivieron momentos de confusión, de identidades cambiadas, de baile de cifras, hasta que llegó la confirmación oficial: Seis muertos, cinco heridos, de edades comprendidas entre los 35 y 45 años.

Las voces críticas, la indignación por un accidente laboral que dejará una huella imborrable en la comarca y en la familia minera en general, no se hicieron esperar. Pero las quejas por la posibilidad de que los recortes hubiesen afectado a la seguridad, la impotencia preguntándose si esta tragedia podría haberse evitado, dieron paso al silencio más desgarrador con la llegada de los familiares de los fallecidos. Con ellos, el presidente del comité de empresa, Marcos Antonio Martín, a quien a duras penas le salían las palabras. Cauto, dijo que antes de emitir algún juicio hay que esperar a que hable la investigación. «Eran buenos mineros y era muy buena gente. Con cosas como estas sobran las palabras».

La mayoría de los familiares permanecieron en las instalaciones de la mina, acompañados de psicólogos hasta que dos furgones procedieron a sacar de la mina los cadáveres de sus compañeros, para ser trasladados al Anatómico Forense de León, donde se les practicó la autopsia. Algunos trabajadores de la mina relataban ante las decenas de periodistas que se dieron cita a las puertas de la mina cómo hacía más de medio siglo que no se producía un accidente de estas características en una explotación de la Hullera Vasco-Leonesa.

Habría que remontarse a 1957 para encontrar un accidente similar, con siete fallecidos por la inhalación de metano, y a principios de los noventa para encontrar otro accidente minero en León de estas características.

Un compañero de los fallecidos, José Luis Miranda, señalaba con lágrimas en los ojos que conocía a todos los fallecidos, que eran gente con experiencia de más de diez años y que la mina cuenta con medidas de seguridad, pero que una mina es una mina y siempre entrañará riesgos trabajar en la entrañas de la tierra. Un vecino que nada más enterarse de la muerte de seis personas en un mina de Llombera de Gordón, ha acudido al lugar del suceso, Pedro Domínguez, ha lamentado la «mala suerte» de estos mineros, porque «puedes estar siempre en la mina y no pasarte nada».