Mª Ángeles G. B. explica cómo acciona la alarma su vivienda.
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«A veces me siento prisionera en mi propio hogar»

Una empresaria gaditana ha instalado en su hogar un sofisticado sistema de vigilancia tras los atracos sufridos por vecinos y amigos

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La sensación de inseguridad se instaló en su casa después de que varios amigos y conocidos sufrieran asaltos en sus viviendas. Mª Ángeles G. B., una empresaria residente en un chalé de la Costa Oeste, recuerda que «no se atrevía siquiera a dejar la puerta de su casa abierta cuando iba a tender la ropa», hasta que decidió instalar en su hogar un sofisticado servicio de vigilancia y alarmas.

«El aparato es el último grito en tecnología, según me comentó el técnico que lo instaló. Tiene varios sensores perimetrales y de movimiento, que se activan en cuanto alguien intenta forzar la puerta, atravesar una ventana o si se mueve a lo largo del domicilio», explica la propietaria.

Vigilantes a la escucha

El sistema instalado en su vivienda también dispone de una clave para enviar un mensaje de SOS a la central de su servicio de vigilancia, que está operativa las 24 horas del día y se encarga de avisar a la Policía ante cualquier imprevisto. Si Mª Ángeles activa este sistema, el personal de seguridad que vigila su vivienda puede escuchar lo que está ocurriendo dentro del inmueble, en tiempo real.

El equipo ha reducido su incertidumbre cotidiana, pero tiene sus contrapartidas. «A veces, con toda esta parafernalia de sensores y dispositivos me siento prisionera en mi propio hogar. Por la noche, no puedo ir a la cocina a beber agua debido a que la alarma salta cuando detecta movimiento. Tengo que echar el pestillo del dormitorio para que no se me olvide. Es un sentimiento de impotencia horrible saber que en cualquier momento pueden desvalijarte la casa», afirma.

Además de instalar el completo sistema de vigilancia, Mª Ángeles también se ha llevado todos los objetos de valor de su vivienda a la caja fuerte de un banco, que, asegura, «son muy difíciles de contratar». «Nunca quise vivir con tantas medidas de seguridad, pero al menos ahora puedo dormir por las noches», se resigna la propietaria.