JULIÁN DE VELASCO

Los expertos alertan de que la nuevas tecnologías en la mesa fracturan la comunicación familiar

El Papa advirtió contra el riesgo de vivir pegados a la tableta y el móvil en las comidas: «Eso no es familia, es una pensión»

El Vaticano / Madrid Actualizado: Guardar
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Lo advirtió ayer el Papa Francisco, ante los 40.000 peregrinos que participaban en la audiencia general en la plaza de San Pedro. «En la mesa, se habla; en la mesa, se escucha. Nada de silencios que son el silencio del egoísmo, del teléfono, del televisor... Hay que recuperar la convivencia adaptándola a nuestro tiempo». Y lo rubrican los psicólogos consultados por ABC, expertos en mediación familiar, como Blanca Matalobos. «Si en la mesa se presta atención a los nuevos dispositivos, es una oportunidad menos para que el padre cumpla su rol educativo y desarrolle su función afectiva, para pulir conductas, expresar emociones, contar lo que sienten unos y otros y les preocupa. Si ya hay pocos espacios para interactuar, debido a los horarios que tenemos, se resta una opción con esa distracción hacia las nuevas tecnologías y no se fomenta el crecimiento y enriquecimiento familiar», explica esta experta.

El Papa aprovechó ayer su catequesis sobre la familia para reivindicar los espacios de encuentro. «Cuando los hijos están a la mesa pegados al teléfono o a la tableta, y no se escuchan entre ellos, esto no es una familia. ¡Es una pensión! », dijo. El Santo Padre además alertó de que cuanto más teclean en sus respectivos aparatos, más se aíslan de quienes les rodean. Y, en efecto, de acuerdo con los especialistas, el aislamiento de cada miembro de la familia es uno de los riesgos, amén de la pérdida de interés por el resto de los integrantes y el déficit de comunicación que genera. El mayor peligro, a juicio de Matalobos, psicóloga y terapeuta familiar, es que ya se empiezan a detectar usos abusivos de las nuevas tecnologías, «chavales y adultos que se quedan absortos con su móvil, no han aprendido a acotar los espacios y no saben alejarse del “smartphone” para comunicarse con su familia».

El precedente del televisor

Francisco Iglesias es psicólogo y experto en mediación familiar en la Fundación Atyme. Para él, la contraposición ideal a la escena frecuente de una persona con el móvil en la mesa, atenta a sus mensajes, distraída y ausente de la interacción familiar, es la que él mismo practica en su entorno: eliminó la televisión de las estancias donce se come.

«No es un problema nuevo, ya pasaba cuando incorporamos el televisor a la cocina y el salón. Se ha acentuado con las nuevas herramientas; el adolescente no tiene interacción intergeneracional, con lo que tiene de enriquecedora. Si el espacio donde vamos a coincidir y comentarnos cosas de mucha o poca importancia, como qué tal ha ido el día, una buena medida puede ser suprimir todos esos agentes externos que limitan la comunicación». Y completa: «La familia es un agente de estabilidad para todos los miembros y también es un grupo de referencia, así que puede haber cierto peligro de aislamiento, pero igualmente de impedir el crecimiento personal, el desarrollo emocional, de forjar la propia identidad, de conformar una manera de relacionarse, de desarrollar una comunicación saludable, de adquirir modelos y hábitos, etc».

En palabras del Papa, «la convivialidad [a la hora de la comida] es un termómetro seguro para medir la salud de las relaciones. Si en una familia hay algo que no va o alguna herida oculta, a la mesa se nota enseguida». Esa salud es «deficiente», corrobora el psicólogo clínico Esteban Cañamares, y extrapolable, ya no solo al ámbito familiar, sino a todo grupo social cuando se está más pendiente del móvil que del comensal que se sienta enfrente. «Es muy mal síntoma si vas a celebrar un cumpleaños, y todo el mundo está a lo suyo, a su teléfono». La misma estampa se repite en las cocinas de miles de hogares. «La cuestión no es obsesionarnos con hablar en la mesa, sino por levantar aquello que nos separa para hacerlo. Hay que hablar de forma espontánea, no forzar las relaciones, tampoco hay que exagerar la dimensión de las nuevas tecnologías, porque no son culpables. Los verdaderos responsables son los conflictos no expresados, los valores que faltan...», añade el psicólogo especializado en familia.

Al entender de Cañamares, un ritual para torpedear el «ruido» generado en el clima de la mesa puede nacer del gesto de «dejar el móvil fuera», primero, y a continuación, «preguntar cómo ha ido el día y expresar si “te veo triste, te expreso lo que me duele o me enfada” y olvidarnos de otras cosas materiales». En todo caso, los expertos abundan en que si hay problemas de no conexión en la mesa, ya existían antes y han existido siempre. «Ahora se mira el móvil como antes se miraba el techo. Esta escena denota un problema más profundo de base», recalca. Y, por si fuera poco, consecuencia también de comer enganchado al ordenador o tableta en mano es que no solo perjudica la salud de las relaciones personales, sino que la salud del organismo se resiente. De acuerdo con los nutricionistas, la atención pasiva engorda, así que no es bueno ni comer solo ni hacerlo frente a una pantalla, señala a este periódico Clotilde Vázquez, jefa del departamento de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz. Comer frente al televisor aviva «la cultura del snack» y se asocia a una mayor propensión a la obesidad, dice Vázquez, que advierte de que no se pone atención a la comida ni al tipo de alimentos, de modo que no te sacias y acabas tomando más calorías de las precisas.

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