Mireille Al Farah
Mireille Al Farah - VANESSA GÓMEZ

«Es necesario rezar y trabajar para que Siria tenga esperanza»

Mireille Al Farah, siria, vive en España, a donde vino a estudiar desde que estalló el conflicto

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Mireille Al Farah salió hace cinco años de su Siria natal para estudiar un máster de Comunicación y Educación en España. No pudo regresar a su vida habitual en Damasco ya, salvo para algún viaje esporádico en el que el horror del terrorismo islamista que se apoderó de su país se hizo más presente aún ante sus ojos, como la experiencia de su tío, que vive traumatizado tras haber visto como mataron a sus empleados musulmanes «por servir al infiel».

El inicio del conflicto en Siria, lleno de aristas y lecturas occidentales que se alejan de la realidad, la sorprendió en Barcelona, donde va a continuar poco más, porque «ahora me caso con un físico polaco noruego y me voy a vivir a Ginebra».

La diáspora de su familia continúa ramificándose. Su madre y uno de sus hermanos están en la Ciudad Condal; otra hermana vive en Madrid y otro hermano lleva tiempo residiendo en Bélgica. El padre trabaja en Arabia Saudí, «otro horror», dice.

Pertenecen Mireille y su familia a la Iglesia católico-griega-melquita, del rito bizantino, y explica, apellidando cada término: «no latina, no ortodoxa y árabe pero no musulmana». Nuestra Señora de Damasco era su iglesia en «la ciudad de jazmín» que añora, en la que rezaban y en la que ahora «puedes morir en cualquier momento».

Recuerda los tiempos de la libertad religiosa de declaración y de práctica de la fe. «Ahora en muchas partes de Siria ser cristiano puede significar la muerte. Hay secuestros, mártires, crucifixiones, decapitaciones... La Iglesia católica -añade- está trabajando más que nunca en Siria. Es necesario para que los fieles no pierdan la esperanza...» Su convencimiento es que «la oración es la receta mágica. En Siria no hemos parado de rezar, pero también necesitamos la oración de Occidente», que ha de ser consiente de que sus gobiernos «venden armas a los terroristas».

De que ama y conoce su país no hay duda. Ni de que tenga una visión panorámica sobre los refugiados, que «ahora no pueden más», presionados por las sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos, que «huyen de las ciudades ocupadas por los islamistas». pero antes de que aparecieran en 2011 ya sufrían «atentados de grupos armados». Y advierte de que «la aparición del discurso islamista, la guerra santa, la yihad, busca crear el califato, volver atrás en Oriente y Occidente, reconquista Al Andalus y que «toda persona que no sea musulmana sunni se considere infiel».

Para Mireille, «son intereses políticos y económicos, lo que hacen es enriquecerse de las ciudades que ocupan y de la propia gente». Las personas que captan están «manipulados, sienten un vacío y buscan ser importantes» y los que escapan de ellos «no quieren formar parte del Estado Islámico, aunque es normal que la gente, que no sabe lo que pasa, crea que todos los refugiados son islamistas».

Mireille Al Farah y Carlos Carazo dejaron este lunes sus impresionantes testimonios en el Foro Ángel Herrera en la mesa redonda sobre «La Iglesia perseguida en Oriente Medio», moderada por el Catedrático de Historia del Derecho, Francisco José Conteras.

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