Crítica de «El padre»: Un inmenso Hopkins esculpe el tiempo entre visillos de la senilidad

«Es la mejor interpretación que se ha visto nunca del contacto disperso, ocasional y caprichoso con la realidad de un anciano que vive entre los visillos, cortinajes y persianas de la demencia senil»

Anthony Hopkins: «Con la edad me he vuelto sabio y ahora sé que no sé nada»

Anthony Hopkins y Olivia Colman, en «El padre» ABC
Oti Rodríguez Marchante

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Con apenas cuarenta años, el francés Florian Zeller , autor teatral de éxito mundial, ha conseguido un envase perfecto al cine de su obra más importante, « El padre », con dos movimientos imprescindibles para ello: un maravilloso y milimétrico guion que ha hecho él mismo junto a Christopher Hampton , y una interpretación sublime que le ha encargado a un actor cuyo talento y rostro han sabido encontrar todas las palancas para mover y expresar la complejidad del interior de su personaje, Anthony Hopkins , en la que es la mejor interpretación que se ha visto nunca del contacto disperso, ocasional y caprichoso con la realidad de un anciano que vive entre los visillos, cortinajes y persianas de la demencia senil.

Zeller nunca saca su cámara del interior de la cabeza del personaje; es decir, que sitúa la mirada del espectador en el mismo lugar que la de Anthony Hopkins, y ambos padecen con exactitud las mismas dudas, sorpresas, certezas y estados de ánimo producidos por ese fragor de visillos y persianas que convierten el día, la existencia, en un juego kafkiano en el que el antes, el ahora y el luego, el aquí y el allá, no forman una base sólida por la que ir andando sin perder el equilibrio. Estamos dentro de Anthony Hopkins, lo conocemos, lo sentimos, sabemos sus circunstancias familiares, vemos a su hija, intuimos a su otra hija, confundimos a sus cuidadoras, a su yerno, e incluso ambos, Hopkins y nosotros, desconfiamos de la coyuntura, del escenario, de la moral…

La puesta en escena, sencilla, teatral, la construye Zeller con un espacio «líquido» que está producido por la confusión del personaje y muy especialmente por la interpretación de Hopkins, quien con apenas gestualidad y con la colocación exacta del fino diálogo y la «cantaleta», materializa, esculpe, esa abstracción que es el desconcierto. Frente a él y a través de su mirada, de su entendimiento, sentimos lo que queda del mundo, apenas su hija, interpretada maravillosamente (y entre visillos) por Olivia Colman .

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The Father (El padre)

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