Todos fuera

Es un insulto al público echar a presentadores de TVE al dictado de PSOE o PP

Luis Ventoso

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En 1975 los británicos votaron en referéndum sobre Europa y dijeron «sí». Cuarenta y un años después volvieron a pronunciarse sobre la UE y esta vez dijeron «no». El país había cambiado enormemente, pero algo permaneció inmutable. En ambos casos la cobertura de la jornada electoral en la BBC corrió a cargo del mismo periodista, el zorruno David Dimbleby, que presenta también todas las veladas de elecciones generales. Hoy peina 79 años y por fin ha considerado que «puede que sea el momento correcto para irme». Dimbleby comenzó a ser un rostro estelar en la información política de la BBC cuando gobernaba el conservador Major. Luego fueron desfilando por el Número 10 los laboristas Blair y Brown y los conservadores Cameron y May. Por supuesto a nadie se le pasó por la cabeza relevar al viejo Dimbleby por motivos ideológicos, a pesar de que aunque no lo explicita tira a tory. Por otra parte, ningún premier podría meter su cuchara en los rostros de la BBC, porque la independencia del prestigioso consorcio publico está salvaguardada (para cabreo de todos, pues las quejas contra su supuesta parcialidad son un clásico de laboristas y tories, lo que indica que algo estarán haciendo bien sus periodistas).

Con solo un cuarto de los escaños del Congreso, la primera decisión del presidente no votado Sánchez fue tomar por decreto TVE, para intentar convertirla en un servicio de propaganda que le ayude a mejorar sus abisales resultados electorales. La testaferro designada para presidir la compañía, Rosa María Mateo, carece de conocimientos empresariales para esa tarea, pero ya está cumpliendo lo único para lo que la han colocado ahí: relevar a todo el que no sea izquierdista y poner al mando a buenos progresistas pata negra. El último fulminado ha sido Víctor Arribas, presentador de La Noche en 24 horas. Es un periodista veterano y bien formado, equilibrado y de estilo educado, que estaba logrando una audiencia superior a la de la cadena. Una llamada en plenas vacaciones le ha dado la patada. ¿Delito? No es socialista.

Es un insulto al público que cada vez que llegan al poder PSOE o PP se dediquen a cambiar a los profesionales de una televisión pública que costeamos con nuestros impuestos (querrámoslo o no). Esos bailes de nombres no tienen más afán que manipular la información a favor de unas siglas, hacerse propaganda con el dinero público. Algún día se verá como lo que es, un escándalo, que un cambio de Gobierno permita situar a un «apparatchik» socialista como el mediocre Óscar López al frente de Paradores, de los que lo único que sabrá es que habrá dormido en alguno; o al clásico Jordi Sevilla premiado con un sueldo-bicoca en Red Eléctrica, y etc, etc, porque Sánchez está aplicando el enchufismo con un descaro que supera las ya bochornosas prácticas previas.

España tiene que dejar de ser un país donde cambian hasta los directores de orquesta según quien gobierna. El Estado intrusivo debería encogerse y dedicarse a hacer bien lo que le compete, que no es tratar adoctrinarnos desde las televisiones públicas.

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