opinión

Dueñas, pero poco

«Pero te quejas de vicio, dicen. Aquí no hay machismo, te sueltan. Mira a las mujeres iraníes, te apuntan»

Rosa Palo

Cádiz

Somos dueñas de nuestras decisiones, pero poco. Cualquiera tiene derecho a cuestionarlas: a Ione Belarra, durante la presentación de la ley de familias, le han preguntado si creía estar dando buen ejemplo al hablar de conciliación laboral sin haber consumido, de golpe, las 16 semanas ... de baja maternal. Y Belarra tuvo que dar explicaciones, muchas, todas. Pablo Iglesias, tras volver de la baja de paternidad, también hubo de darlas, pero porque sus propios le hicieron un cartel donde aparecía, puño en alto, bajo el lema 'Vuelve' con las letras 'el' destacadas en otro color. Aquello era la parusía, la llegada gloriosa de Jesucristo al fin de los tiempos. Luego, que si fue un error. En fin.

Somos dueñas de nuestros cuerpos, pero no siempre. Cualquiera tiene derecho a tratarnos como si fuéramos un camión de ganado: Berlusconi les ha prometido a los jugadores del Monza un autobús de prostitutas si ganan a un equipo grande de la liga italiana. Lo normal en un discurso navideño. Lo normal, también, es que los comensales celebraran la oferta con carcajadas de machos solidarios. Aunque no hay que irse a Italia para eso: en un grupo de WhatsApp, unos soldados del cuartel del Bruc de Barcelona rifaban a una prostituta con el fin de recaudar dinero para celebrar las fiestas de la compañía. Y sí, Berlusconi estaba en una cena privada. Y sí, lo del cuartel es una broma en un chat. Y sí, maldita la gracia.

Pero te quejas de vicio, dicen. Aquí no hay machismo, te sueltan. Mira a las mujeres iraníes, te apuntan. Y a algunos hombres, que han condenado a muerte a un futbolista por apoyarlas, rematan. Para que me comiera las habichuelas sin protestar, mi madre me hacía sentir culpable por los niños que pasaban hambre en África. Así seguimos.

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