Montiel de Arnáiz - ARTÍCULO

Sueños y almas

Cuentan que los sueños sólo son reales mientras duran, pero si logras creer en ellos serán para siempre eternos

Montiel de Arnáiz
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Dice la intro del magnífico disco doble que acaba de sacar a la venta Saurom, grupo de heavy rock isleño que inventó el juglar metal: «Cuentan que los sueños sólo son reales mientras duran, pero si logras creer en ellos serán para siempre eternos». Este tema, titulado ‘Camino a las estrellas’, nos lleva a través de la dulce voz de una niña (que no es la de Rajoy) a la ensoñación optimista gracias, entre otros, a los acordes celtas y medievales de Narci Lara, la batería de Antonio Ruiz, la guitarra de Raúl Rueda y la voz de Miguel Ángel Franco. Ese sueño real y eterno ha debido parecerle creíble a Albert Rivera, candidato de Ciudadanos al Gobierno de la nación, al entrar en Cádiz; el soñar entendido como la democracia real de todos, la misión autoimpuesta de actualizar el sistema a la España 2.0.

Guadaña, son más cañeros y guitarreros pero igual de isleños que los anteriores. En su impresionante ‘Como hermanos’, último single del disco ‘Deryaz’, su vocalista Glory Romero –nombrada en 2013 mejor cantante de Rock femenina de España por la revista Heavy Rock–, dice que lleva junto a Salva Sánchez «más de 10 años haciendo el camino y aun estoy en el punto inicial; no sé muy bien cual es mi destino, sólo sé que no quiero parar. Sueños de libertad que me hicieron pensar en un mundo mejor, lejos de mi hogar».

Algo así debió sentir el catalán Albert Rivera al entrar en Cádiz; muchas cosas le han ocurrido en los diez años que lleva en el cursus honorum de este país al que unos pocos quieren destrozar el alma para librarse de condenas o enriquecerse sin controles, fin último de muchos nacionalismos, incluso los cercanos.

Me gusta Albert Rivera porque, como narra la canción de Guadaña, lo veo «con los pies en el suelo, siempre mirando al cielo» y ya saben que el cielo español es el único límite que debemos aceptar para no lamentarnos al son de Saurom, y entonar a la nación perdida, a la Cataluña que se evade: «Sufro que ya no estás pero te soñé en la noche estelar y me acaricias el alma».

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