OPINIÓN

Regeneración o degeneración

Apoyar al Gobierno del Estado para su destrucción no tiene ningún sentido

FERNANDO SICRE

Hobbes advirtió que entre los poderes del Estado estaba el supremo poder de definir el significado de las palabras. De ahí el repugnante espectáculo de Sánchez e Iglesias con RTVE. La constante repetición de la despolitización de la Televisión pública desde la oposición, es otra falsedad. Ha dejado diáfanamente claro que no piensa renunciar a la tentación de usarla como instrumento de control y propaganda y no como un medio de comunicación plural e imparcial. Aprobar un RD–Ley para cambiar la dirección por la vía de urgencia, sin esperar al concurso público que PP y C’s aprobaron en el Congreso, es un hecho irrefutable. Podemos había pactado con el PSOE que el nombramiento del Presidente del Ente Público por excelencia dependiera fundamentalmente de la propuesta del morador de Villa Tinajas. Las abominables propuestas de Gil, Escolar y Pardo de Vera, son para echarse a temblar. Las amenazas de ideologización están servidas sin duda, a pesar de la paralización de los nombramientos. Todo indica que detrás de la operación está el ínclito (y muchas más cosas y ninguna buena, por cierto) Roures. Pardo de Vera es directora de Público. Todos ellos basan la ‘información’ en el pensamiento recto. La ideologización se ha instalado en la comunicación. El ideologismo acostumbra a no pensar. La política ideológica se despliega como una guerra de palabras. El ideólogo desprecia y descalifica a quien no comulga con la causa. Así surgió el término «facha». Producto de la descalificación ideológica. Para la izquierda, quien no está con ella, es un fascista, reaccionario, capitalista, elitista, racista… es el neo lenguaje identificado por Orwell, como sistemática propagación de lo falso. Era la técnica utilizada por Stalin y Hitler: a la opresión la llamaban libertad y al exterminio, la solución. Sólo quien no se deja intimidar es realmente libre. Lo dijo un día H. Tertsch: «En España no eres libre mientras no pierdas el miedo a que te llamen facha». Lo políticamente correcto se ha impuesto y sólo es correcto lo que algunos han impuesto desde posiciones burda–progresistas.

Podemos vino para hacer la revolución. El problema es que estaba fuera de plazo. Y lo peor de todo, el PSOE compite con ellos, para ver quién es más progre, más de izquierdas y quién tiene el corazón más grande a costa del dinero de los demás. Las Revoluciones comenzaron en 1789 con la caída de la Bastilla y terminaron con el derrumbe del Muro de Berlín. La disolución del comunismo, al que añoran los de Podemos y muchos del PSOE por lo que constato, nos dejó mucho a su pesar un ganador, la democracia liberal. La legitimación democrática del poder se encontró hace un siglo con un enemigo, ahora disuelto fruto de sus contradicciones y de su imposibilidad metafísica de erigirse en alternativa posible. En los prolegómenos de los noventa el viento de la Historia cambiaba y soplaba en dirección democrática. Lo que implica que el gobierno, cualquier gobierno, es legítimo si es elegido por los gobernados y fundado en su consentimiento. Sí parte del apoyo se circunscribe a golpistas independentistas, filo etarras y xenófobos comulgantes con «la Ley Vieja y Dios», ese consentimiento está viciado desde el origen por ser contrario ‘in terminis’ y en el origen.

Apoyar al Gobierno del Estado para su destrucción no tiene ningún sentido y el medio es ilegal, salvo que quede conectado con la Ley y su reforma. El mismo contrasentido que lo acontecido con RTVE esta semana. El bochorno experimentado se asemeja al acontecido en 2014 en el seno del Ente, entonces provocado por el sindicato hermano del PSOE. UGT nos tiene acostumbrados a bravuconadas. Sí, los mismos que deberían callar para siempre desde que comenzaron en época reciente sus escándalos: PSV, ERE, Cursos de formación y un largo etcétera. Dijeron a colación con la propuesta de nombramiento como consejero de la TV pública, al Presidente del Instituto Juan de Mariana, que «la televisión pública está comprometida por mandato constitucional con valores como la pluralidad», pero les parece que incorporar una voz liberal no es pluralidad sino optar «por una voz marginal por extremadamente extrema, la derecha a la derecha de la derecha, el enemigo número uno de las radiotelevisiones públicas y de todo lo que huela a público». Hay que tener poca vergüenza, bueno, ninguna después del recital que la izquierda ha dado a este país. Lo mejor es que la cierren para siempre. Entre otras cosas, su coste es insostenible y su información sesgada…eso dicen todos cuando están en la oposición. Nada justifica su existencia. La regeneración no es posible y su degeneración, un hecho indubitado.

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