Adolfo Vigo

El presidente y la peña

Imagínense que mañana una asociación taurina presenta entre sus actos una conferencia impartida por un diestro, bajo la temática del derecho a la defensa de los toreros en las plazas de toros

Adolfo Vigo
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Imagínense que mañana una asociación taurina presenta entre sus actos una conferencia impartida por un diestro, bajo la temática del derecho a la defensa de los toreros en las plazas de toros. En esa charla, el torero hablaría de los derechos que asisten a dichos profesionales a defenderse de las embestidas de los toros que salen a la plaza.

De cómo, en su situación, se ven obligados a dar capotazos y terminar clavándoles el estoque a estos animales en todo lo alto pero por simple defensa de los diestros. Y es que los toros, según el ponente, son muy malos y unos asesinos, y quieren acabar con la vida de los toreros, obviando en todo momento que son ellos los que de una forma lúdica juegan con la vida de dichos animales.

La que se formaría por parte de las asociaciones de defensa de los animales sería de ‘órdago’. Saldríamos en todos los medios de comunicación ante la paradoja de darle voz a aquellos que, sin venir a cuento, planificaban la muerte de otros seres vivos, por el simple hecho de creerse con el derecho de quitar la vida a otros seres que creen inferiores a ellos.

Ahora imagínense ese socio de la misma peña anterior, el que se queja siempre de lo que hace el presidente. Que no actúa bien, que el local está sucio, que si se la gestión del presidente es un caos. Ese típico vecino que cuando se lo cruza le suelta un panegírico sobre lo que deja de desear la actitud del presidente para el buen orden y funcionamiento de la asociación, pero que cuando llegó el momento fue él quien con su voto le dio la presidencia de la misma. El que cuando llegan las votaciones de los puntos del orden del día se pone de su parte en la mayoría de los ‘brindis al sol’ que se le ocurre al presidente, y que en la mayoría de ellos son meras fantasías, como la conferencia anterior, y que, a lo sumo, en ruegos y preguntas le da algún tirón de orejas, pero sin mucha fuerza, no vaya a mosquearse el ‘presi’ y le de por irse y deje la dirección de la peña a otros socios.

Ya que a esos no los puede manejar, ni son útiles para su causa, que no es otra que la de tener a un anodino en la presidencia para hacer brillar un poco más su figura.

Sé que ambos ejemplos está muy alejados de la realidad que vivimos, y que a usted, querido lector, le costará muchísimo hacerse a la idea o viajar a esos supuestos hipotéticos. Pero inténtelo, intente esforzarse y entender cómo se puede pretender que a alguien lo tomen en serio cuando pretende darle la vuelta al tema de los toros, cuando se quiere investir al torero de una legítima defensa inexistente. O de cómo se puede criticar la acción del presidente de la peña, cuando en la barra se busca el ‘me gusta’ del resto criticando la actuación de este, pero en la junta se le da al «me encanta» de su gestión.

Pues así está el patio, entre conferencias estériles que lo único que pretende es blanquear la imagen de los que, para muchos, son unos asesinos y de los que se quejan por la actitud del presidente pero que son los responsables de que siga dirigiendo la misma.

Y mientras tanto la peña sin barrer, y sin dirección.

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