Fernando Sicre - ARTÍCULO

El precio del factor

Normalmente, todos los que trabajan por cuenta ajena se consideran mal pagados y todo aquel que paga piensa que lo hace en exceso

Fernando Sicre
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Si definimos la política económica como el conjunto de decisiones que adopta el Estado para intervenir en la economía de un país y alcanzar una serie de objetivos propuestos, entre los que se encuentran el crecimiento económico, la estabilidad de los precios y el pleno empleo, lo contrario es predicar con políticas antieconómicas. El acuerdo entre PP y PSOE de subida del Salario Mínimo Interprofesional, con las finalidades de combatir la desigualdad, la depreciación salarial originada por la crisis y la recuperación del nivel adquisitivo, pudiera comenzar siendo una decisión de política económica para convertirse en otra de política antieconómica.

La determinación del salario mínimo es una cuestión de política económica que se adopta en un contexto determinado. Una subida como la propuesta puede resultar muy justa y apropiada desde la óptica de sus inmediatos perceptores, pero con efecto perverso sobre el mercado de trabajo.

A mayor diferencial entre el porcentaje de subida del salario mínimo y la situación de equilibrio, mayor dificultad para que el mercado de trabajo se desenvuelva en situaciones de normalidad y se cree empleo, que es la medida más social que puede adoptar cualquier gobierno en la situación española con tasas del 20% de desempleo.

Normalmente, todos los que trabajan por cuenta ajena se consideran mal pagados y todo aquel que paga piensa que lo hace en exceso. En España los convenios colectivos regulan la cuestión salarial desde una posición de máximos, que dejan poco espacio al acuerdo individual, homogeneizando las percepciones salariales de los trabajadores de los distintos sectores de la actividad, alejándose del concepto de productividad en su determinación y cuantificación. Otra cosa es la regulación mediante Real Decreto del salario mínimo interprofesional. Aumentar el salario mínimo es una pretensión de todos los políticos que lo venden como un logro de progreso y sensibilidad social. Sólo que el salario no sólo es una de las dos contraprestaciones básicas del contrato de trabajo y su perceptor es una persona. El salario es el precio que retribuye el factor de la producción llamado trabajo. El trabajo es uno de los tres factores de la producción considerados básicos (junto a la tierra y el capital), factores que se utilizan para la producción de bienes y servicios. Aunque los mercados de factores se parecen en muchos aspectos a los de bienes y servicios, presentan con estos una importante diferencia: la demanda de un factor de producción es una demanda derivada. Es decir, la demanda de un factor de producción por parte de una empresa, se deriva de su decisión de ofrecer un bien en otro mercado (el de bienes y servicios).

Analicemos la demanda de trabajo. El mercado de trabajo se rige, al igual que otros mercados de la economía, por las fuerzas de la oferta y la demanda. En el mercado de bienes, la oferta y la demanda determinan el precio del producto o del servicio a prestar. En el mercado de trabajo, la oferta y la demanda de trabajadores, determina el precio del trabajo desarrollado, es decir su salario. La demanda de trabajo refleja a su vez la productividad del trabajo, es decir, cada trabajador va a recibir del empresario en concepto de salario su contribución a la producción de bienes y servicios. En la determinación del salario en la actualidad, influyen de manera decisiva la negociación colectiva, siendo el lugar natural de determinación del mismo el ámbito de la empresa.

El argumento esgrimido en apoyo del incremento es doble: elevación del poder de compra del trabajador y, por lo tanto, el consumo y por otra parte, el incremento del salario permitiría obtener mayores ingresos por cuotas de la Seguridad Social, paliando el déficit que padece el sistema. Lo que se propone es la vuelta sin más a ciertas política keynesianas, cuyos modelos se desarrollan en economías cerradas. Pero, el mundo se ha globalizado y las economías se han abierto. Es ridículo manipular el mercado de trabajo a golpe de RD. Los acuerdos generales sobre salarios no tienen hoy día ningún sentido, sin duda en el medio y largo plazo.

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