TEÓFILA MARTÍNEZ - TRIBUNA

Otros peajes

Cuando Inmaculada Michinina publicó en su perfil de facebook que había estado 17 meses trabajando para la causa de Podemos no mentía.

TEÓFILA MARTÍNEZ
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Cuando Inmaculada Michinina publicó en su perfil de facebook que había estado 17 meses trabajando para la causa de Podemos no mentía. Ella, junto a otros activistas de ese partido –algunos de ellos ocupan hoy sillón en la bancada del Gobierno Local- se habían encargado durante más de año y medio de extender una mentira que ahora ha sido desmontada con los datos oficiales del Ministerio de Hacienda; el Ayuntamiento de Cádiz invirtió en ayudas sociales en 2014 más que ningún otra capital andaluza y –por supuesto- más que cualquier otro ayuntamiento de la provincia: más de 15 millones de euros.

El modelo de inversión en ayuda social que habíamos implantado en Cádiz sorprendía en otros ayuntamientos por su extensión en la cobertura de las necesidades de las familias más desfavorecidas.

Cuando decíamos que habíamos evitado 187 desahucios en 2014 era porque –tal y como refrendan las cifras publicadas el martes por La Voz- ayudábamos a los pagos de alquiler, a los pagos de hipoteca, al pago de recibos de luz y agua, a la compra de alimentos, de libros, de bonobús para familias, de bonificaciones a mayores para luz y agua… No pusimos límite presupuestario a las ayudas sociales. De hecho no había emergencia social porque el Ayuntamiento de Cádiz, con la única ayuda de las entidades sin ánimo de lucro de la ciudad, paliaban esa situación.

¿Que ha cambiado con la llegada al gobierno local de esos activistas que reventaban los plenos hace año y medio? Los pagos de ayudas se retrasan, las mantas para los sintecho no llegan y ya no hay reparo alguno en decirles a quien protesta que no merece la ayuda del Ayuntamiento. Bueno, también ha cambiado otra cosa; ya no hay cámaras de televisiones nacionales.

No parece interesar ahora a esas cadenas y a algunos medios locales que no se haya aumentado un solo euro los importes de las ayudas sociales. Tampoco interesa saber que los miembros de la Corrala -que ya han dicho varias veces que los miembros de Podemos les animaban a venir al Ayuntamiento a protestar y ahora los mandan a la puerta del Banco Santander- no tienen otra solución que la que nosotros le dimos. No interesa saber que aquellos que iban a parar todos los desahucios ahora dan a los afectados la misma solución que dábamos nosotros.

Ni Corrala ni sintecho, ni desahucios ni emergencia, ni vendedores ambulantes ni parados de San Juan de Dios. No han hecho nada de lo que dijeron. Todo se basó en una estrategia que consistía en mandar activistas de Podemos al Ayuntamiento y llenar las redes de proclamas y consignas para ocultar la verdad; el gobierno del PP que tuve el honor de presidir no abandonó a una sola familia gaditana con necesidades. Lo sabían perfectamente algunos trabajadores públicos que aún así no dudaron en mentir para favorecer su personal opción política. Y lo sabían esas personas que siendo usuarias de Servicios Sociales conocían perfectamente nuestro modelo de trabajo y, a pesar de ello, siguieron la estela marcada de Podemos cuando querían saltarse la lista de demandantes de vivienda o acceder a más ayudas de las que según los trabajadores sociales les correspondían.

Pero lo más doloroso para alguien que ha gestionado un ayuntamiento como el de Cádiz durante años tan duros como los que hemos pasado por la crisis, es ver como hay políticos, y aspirantes a políticos de casta, que no tienen el más mínimo reparo en utilizar la necesidad de la gente para llegar al poder. Pero las cifras no mienten. Los datos de 2014 y anteriores son de inversión social de un gobierno del PP, no de PODEMOS. Quedan muchas cosas por hacer y mejorar, pero nuestro gobierno hizo muchísimo más que cualquier ayuntamiento andaluz y español de cualquier color.

Nada les importó. No les importó mentirles, prometerles trabajo, casa, luz y agua siempre que pagaran el peaje previo de ir al Pleno o a algún medio de comunicación a poner a Teófila a caer de un burro, aderezando la actuación con toda clase de insultos y ultrajes. Eso debía ser la nueva política.

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