Opinión

The continent is isolated

Mediante ese titular los rotativos británicos daban cuenta de la suspensión temporal del cruce de embarcaciones en el Canal de la Mancha

Mediante ese titular los rotativos británicos daban cuenta, hace ya algún tiempo, a modo de ‘boutade’, de la suspensión temporal del cruce de embarcaciones en el Canal de la Mancha entre Dover y Calais, a causa del mal estado de la mar; metonimia de la ... idiosincrasia centrípeta de las culturas europeas, pese a sus esencias comunes que atravesaron el planeta. Ningún ciudadano del mundo puede considerarse culto si solo lee a sus escritores locales, o solo escucha la música de su país; Dante, Cervantes, Shakespeare, Voltaire, Mozart, Berlioz, Kierkegaard, Marx, Stevenson, Freud, Mahler, Picasso, Virginia Wolf, Lorca o The Beatles, forman parte del patrimonio cultural europeo que todos consideramos como propio. Sin embargo, el mapa de Europa siempre estuvo descosido por fronteras y su historia jalonada por guerras sanguinarias. El pasado cinco de junio se celebró en Portsmouth, localidad de la costa sur de Inglaterra, el 75 aniversario del desembarco de las fuerzas aliadas en la Normandía francesa ocupada por los alemanes. La presión angloamericana por el oeste y del Ejército Rojo desde el este, destruyó la terrible pesadilla de los nazis. Hace cierto tiempo al hilo del Brexit, un amigo británico me comentaba que Merkel pretendía conseguir los objetivos que Hitler no pudo alcanzar. El referéndum que en junio de 2016 decidió el abandono de Europa por parte del Reino Unido fue votado masivamente por la población inglesa; el voto de los inmigrantes y de las nacionalidades periféricas acortó el resultado.

El inevitable abandono británico, pese al tortuoso calvario de Theresa May, no es la única amenaza que acecha al débil proyecto de la unidad europea, los grupos neofascistas en auge se están coordinando para asaltar y vaciar de contenido a las instituciones continentales. Steve Bannon, antiguo asesor de Trump y portavoz de las derechas nacionalistas, apela a las viejas soberanías, la homogeneidad racial y el blindaje de las fronteras. Sin embargo, se trata de un conjunto heterogéneo de grupos muy diversos, desde el populismo social-nacionalista de Marine Le Pen al liberalismo radical de Santiago Abascal, con la paradoja de un Matteo Salvini que apoya, tanto a los soberanistas catalanes como a la derechona española de Vox. Los resultados de las recientes elecciones europeas confirman el retroceso de los grupos políticos tradicionalmente europeístas. Populares y Socialistas han cedido espacio a una constelación de formaciones, desde el notable avance de liberales y ecologistas, hasta la sólida presencia de los grupos eurófobos a los cuales se suma el líder del Brexit, Nigel Farage. La composición de la eurocámara parece revelar la crisis del difícil anhelo por alcanzar una Europa unida y en paz.

Hace tiempo que muchos denunciaron la debilidad de una unión europea con muy escasos contenidos sociales y culturales, cuya finalidad primordial consistía en que la Banca pudiera prestar dinero a los países pobres controlando su devolución, la usura es un gran negocio si se evita el riesgo de morosidad. A los países del sur nos vendieron el euro con el cuento de convertir al Mediterráneo en la California europea, pero el control de la deuda condujo a una despótica intervención en las políticas económicas y sociales del grupo de países denominados despectivamente PIGS, (Portugal, Italia, Grecia y España). La unidad política europea nunca fue posible porque su diversidad alimentó belicosos nacionalismos, y también despóticos imperialismos, desde Carlomagno a Hitler, pero tal vez sea posible, no tanto una Europa de mercados como el triunfo de los ideales sociales de igualdad, libertad y fraternidad.

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