Felicidad Rodríguez - OPINIÓN

Ya es Carnaval

Las ninfas eran deidades que, con frecuencia, acompañaban en sus juergas al borracho Dionisio en una especie de botellón mitológico

Felicidad Rodríguez
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El tiempo corre que es un gusto. En cuanto se fueron los Reyes Magos, y mientras los chavales cogían el compás del 3x4 y se iban al Falla para las semifinales de infantiles, los mayores se aprestaron a hacer la semana de cola, junto a la taquilla del Carranza, para esperar, bien pertrechados contra el frío, con sus sillas, sus colchones y sus canciones carnavalescas para amenizar la espera, que aquella se abriese otro año más.

Menos mal que la ola glacial siberiana ha tenido el detalle de retrasarse una semana; aunque, de haberse adelantado, tampoco creo que hubiese hecho desistir al personal de perderse los prolegómenos tradicionales, incomodidades incluidas, de la fiesta gaditana. Es que apenas han terminado de apagarse las luces de Navidad –esto es un decir– y ya tenemos aquí las del inminente carnaval.

Debe ser, sin duda, el cumplir años lo que consigue dar la impresión de que el tiempo pasa excesivamente rápido.

Parece que fue ayer cuando el pobre Juan y el jartible de su amigo dieron el pelotazo. Este año, además, la ornamentación lumínica se adelanta un poquito en las inmediaciones del Falla. Así que el próximo sábado, coincidiendo con la pestiñá, ya tendremos luces carnavalescas junto al Teatro para ambientar la llegada de las primeras agrupaciones de adultos. Y, por supuesto, para animar el ambiente tras la celebración de la erizá, la ostioná y la mejilloná del domingo que coinciden, un año más, con la cuesta de enero.

Aunque los expertos en estos temas afirman que el carnaval gaditano no tiene, en realidad, una gastronomía propia, lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, con los ostiones, los erizos, los mejillones y los navideños pestiños se produce la inauguración oficiosa del carnaval. Ya veremos lo que nos deparará el concurso del Falla y los seguros debates sobre los concursantes y el jurado.

Lo que no vamos a ver es a las ninfas ocupando el palco. Parece que fue ayer cuando se produjo la famosa polémica, que tantos ríos de tinta hizo correr, sobre ninfas sí, ninfas no. Polémica inútil porque, en apenas un suspiro de tiempo, lo que no consiguió el alcalde en la edición pasada lo ha logrado el colectivo ‘Por un carnaval igualitario’ nada más lanzar su manifiesto de nueve puntos en vísperas de Navidad. Eso es eficacia. No ha sentado bien, sin embargo, a muchas exninfas que se les calificase como representaciones pasivas y ornamentales.

La verdad es que siempre me ha chocado la denominación que se dio en su momento, allá por los años ochenta, a la figura. Las ninfas eran deidades relacionadas con manantiales, bosques, arroyos que, con frecuencia, acompañaban en sus juergas al borracho Dionisio en una especie de botellón mitológico.

Puestos a poner denominaciones, siempre retrotrayéndome a los años 80, quizás oceánidas, que es lo mismo pero más adaptado al entorno gaditano, me hubiese chocado menos. En fin, conjeturas inútiles a estas alturas, aunque la alternativa que se oye por ahí sobre que la figura sustitutiva sea la bruja Piti tampoco me parece, por mucho proceso participativo que se fomente para ello, excesivamente acertada y, no solo porque sea una importación que poco tiene que ver con Cádiz, sino porque creo que tampoco tiene la bruja nada que ver con la mujer.

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