OPINIÓN

Mamá, Dios existe

Y así, un día tras otro, con el miedo de que en cualquier momento por parte del Ayuntamiento se dé conocimiento de esta situación y se vean en “lo redondo de la calle” y sin sus hijos

«Mama, ¿Dios existe?», le preguntó su hijo de seis años. «Claro que existe –le dijo ella- ¿Por qué preguntas eso?» «Porque podríamos ir a buscarlo para que nos dé una casa ». ...

Esta mujer, como otras que se encuentran en su situación, es una víctima de violencia de género, por si no fuera poco, y se encuentra en una situación de total desamparo y abandono por el ayuntamiento del Kichi . Este, por acuerdo de Pleno, tiene que hacer entre el uno y el cinco de cada mes el pago de un porcentaje del alquiler pero que, por desgracia, no hace. Ante esto, se produce el impago de las mensualidades, aunque ellas paguen su parte, que conlleva a que los propietarios soliciten el desahucio y, por ende, se encuentren con un día y una hora determinada para abandonar su domicilio.

No nos olvidemos que se trata de un grupo de mujeres que ya de por si se han encontrado con lo peor del ser humano en forma de marido, novio o pareja de hecho, que las ha sometido a malos tratos físicos o psicológicos , la mayoría con hijos a su cargo, y que ahora se encuentran con el muro de una administración que no es que no les ayuda, sino que no cumple con lo aprobado por el Pleno del Ayuntamiento.

Por si esto fuera poco, muchas de ellas se encuentran con la "advertencia” por parte de alguna asistenta de Asunto Sociales del consistorio de que, en caso de no tener un techo para sus hijos, se pueden ver metidas en un procedimiento para retirarles a sus hijos . Lo que es el colmo, es decir, quien incumple su parte del acuerdo para que tengan un techo les pone en conocimiento de que les pueden quitar a sus hijos por no tener esa casa. Y así, un día tras otro, con el miedo de que en cualquier momento por parte del Ayuntamiento se dé conocimiento de esta situación y se vean en “lo redondo de la calle” y sin sus hijos. Todo por la dejadez o negligencia por parte del equipo de Gobierno, de esos a los que se les llena la boca con la lucha por las desigualdades sociales, a la hora de hacer frente a sus obligaciones.

«Solas y borrachas queremos llegar a casa» gritaba Irene Montero, Ministra de Igualdad. Qué fácil es decirlo viviendo en un casoplón millonario. El problema es que para muchas mujeres no hay una casa , ya no para llegar solas y borrachas, sino simplemente para poder vivir con sus hijos como una familia normal.

Reunirse con ellas y hablar de sus problemas te hace sentir que los tuyos son insignificantes frente a lo que estas guerreras viven cada día. Lecciones las que te dan y que demuestran que son un ejemplo de fortaleza que no deben ni pueden quedar de la mano de Dios . Ese mismo que sí existe y que, seguro que algún día, tanto ese pequeño como estas mujeres encontrarán, y no solo les dará una casa, sino una vida tranquila.

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